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Rolando Serrano fue uno de los héroes que jugaron el primer mundial de fútbol representando a Colombia. El nacido en Pamplona estuvo en el legendario empate a cuatro goles contra la Unión Soviética en Chile 62.
Su hija Adriana fue una de las mejores basquetbolistas de Norte de Santander. La vida la juntó con Juan Carlos Osorio, quien alcanzó a estar a prueba en el plantel profesional del Quindío e integró la segunda división del Cúcuta en 1986. Su hijo mayor Juan Sebastián ya se probó en las menores de River Plate y hoy es el capitán de Fortaleza en la segunda división profesional del fútbol colombiano. Es un volante ofensivo de 21 años que ya jugó en primera división con su equipo y seguramente volverá, porque tiene todas las condiciones para hacerlo.
De momento la joya de la familia es su hermana, María Camila Osorio, que a sus 16 años aparecerá esta semana entre las cinco mejores tenistas del planeta en categoría juvenil. En lo que va corrido del año no ha perdido un solo partido, ha ganado cuatro títulos, incluida la parada mundial más importante del continente, el Banana Bowl en Brasil, y va en serio cuando dice que su sueño es llegar a ser número uno del mundo en la WTA.
El tiempo dirá si Sebastián emulará a su abuelo en una Copa del Mundo o si María Camila llegará tan alto cuando compita en la rama profesional como lo ha hecho en juvenil. Sebastián depende de su talento y del extraño mundo de los intereses en que se mueve el fútbol. María Camila ya cuenta con el patrocinio de la empresa privada (hace parte del equipo de talentos Postobón y Comfanorte), pero le falta conseguir recursos para cuando haga el salto al profesionalismo el próximo año. Uno supondría que Colsánitas la adoptará . Del resto se encargarán el trabajo y la disciplina, que a ambos les sobran, y por supuesto ese elemento desequilibrante en la vida de todos y que no depende de ellos: el destino.
No es normal que Adriana y Juan Carlos, a quienes no les falta nada, pero tampoco les sobra mucho, hayan optado por apoyar a sus hijos en su sueño deportivo. Lo lógico era guiarlos por el camino del estudio. Pero ellos no solo los criaron bajo la escala de valores que ofrece el deporte y que aleja a los jóvenes de tantos vicios, sino que creen ciegamente en lo que sus hijos puedan lograr. Los valientes Osorio Serrano son dignos de emular.
