Los sub-20 no tienen que salir campeones

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Antonio Casale
23 de enero de 2017 - 03:00 a. m.
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El país deportivo está en mora de definir las prioridades del fútbol juvenil. Algunos piensan que a los muchachos hay que exigirles títulos desde muy jóvenes.

Hay dos casos recientes que demuestran que ganarlo todo en la categoría juvenil no garantiza lo más importante: el éxito cuando se conviertan en mayores. En cambio, ha habido selecciones juveniles no tan exitosas que han surtido de grandes jugadores a las selecciones de mayores.

Recordemos el equipo dirigido por el Piscis Restrepo que obtuvo el único título de selecciones conseguido en el exterior. Las figuras eran Juan Fernando Quintero, quien hoy se debate entre el reguetón y el deporte; Bryan El Coco Perea, que no pudo en su paso por Italia y hoy busca recuperar la forma; Cristian Bonilla, suplente en el arco de Nacional, y Guillermo Celis, que no ha podido ganarse el lugar en Portugal. Los más destacados tres años después son Felipe Aguilar, Sebastián Pérez y Miguel Ángel Borja.

En cambio, el equipo de Eduardo Lara que jugó el Mundial de 2011 porque era local aunque hizo un mal Suramericano, tres años después ya tenía a varios exponentes jugando como estelares en la mejor selección de mayores de toda la historia, la de Brasil 2014:Santiago Arias y James Rodríguez. Además, Luis Fernando Muriel, Duván Zapata y Jeison Murillo cuatro años después, el mismo tiempo que ha pasado desde aquel título en 2013, ya estaban afianzados en sus equipos en Italia.

Hoy me puedo imaginar al equipo de Pékerman sin Aguilar, Pérez y Borja, pero no sin James, Muriel, Arias y Murillo. De manera que a las selecciones menores, más allá de exigirles títulos, hay que pedirles que formen jugadores y personas para la alta competencia. Los títulos obtenidos en esas categorías no sirven de mucho. Argentina ha sido campeón del mundo juvenil en cinco oportunidades desde 1995, período en el que a nivel de mayores no ha cosechado ningún título en mayores. Y estamos hablando de un país que tiene la exigencia de ganarlo todo. En cambio, Alemania, actual campeón del mundo en mayores, no figura en el podio de un mundial sub-20 desde 1987, año en el que quedó segundo, y eso que los admiramos por su mentalidad ganadora.

Al fútbol juvenil, por su esencia, hay que mirarlo con otros ojos. Si esta sub-20 nos deja a Ceter y a otros dos como estelares para el futuro, habrá cumplido su objetivo. El resto es cuestión de ego.

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