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El otro día, en la rueda de prensa previa a la final del fútbol colombiano, Hernán Torres, entrenador del Tolima, dijo que los técnicos colombianos son los que mejor trabajan la táctica en el continente.
Por su parte, Jorge Luis Pinto, el colombiano que más lejos ha llegado en un Mundial —llevó a Costa Rica a cuartos de final en 2014 tras superar un grupo muy complicado con Inglaterra, Italia y Uruguay— indicó que Néstor Lorenzo no tiene el estatus para dirigir a la selección y complementó diciendo que hay muchos buenos colombianos que están en capacidad de asumir ese cargo. Se refirió entre otros a Gamero, Torres, Alexis García, Juan Carlos Osorio y Luis Fernando Suárez, a quien, señaló, se le pudo esperar hasta después del Mundial.
No hay duda de que existen buenos técnicos en Colombia. A esos nombres debemos sumarles otros tantos de jugadores que estudiaron para dirigir y están listos para mostrarse. Tampoco hay dudas de que en Colombia se trabaja muy bien la parte táctica en lo que tiene que ver con los movimientos defensivos, porque también es cierto que basta con ver a nuestros clubes en torneos internacionales para entender que cuesta mucho llegar al otro arco, para no hablar de lo poco que produce la pelota quieta.
Más allá de las diferencias cada vez más evidentes en términos de nivel con respecto a Argentina y Brasil, a los nuestros les falta mucho, muchísimo en lo mental, y no me refiero solamente a esa capacidad de sobreponerse a situaciones adversas. La desconcentración es un factor dominante del juego en Colombia. El error es parte de este deporte, es verdad, pero disminuirlos es consecuencia de un trabajo cada vez más profesionalizado y al que pocos técnicos saben sacarle provecho.
No es consecuencia del azar o de que los futbolistas nuestros se aburguesan cuando salen a jugar afuera. Es que cuando salen, muchos de ellos se encuentran con métodos de trabajo que los hace sentir mejor. En general, en Europa los entrenadores sueltan más a sus futbolistas, los dejan autogestionarse en gran medida y los conceptos tácticos son transmitidos con simpleza para que su ejecución en la cancha sea más natural.
Eso, por ejemplo, contrasta con lo que Reinaldo Rueda pretendió en su pasado ciclo en la selección de mayores. El exceso de órdenes tácticas a jugadores ofensivos terminó por castrar su creatividad.
Los entrenadores colombianos son muy buenos, no hay duda, pero les falta unirse, hacer que sean vistos con más respeto; también es tarea de ellos y desde esa unión deben comenzar a trabajar juntos por las materias pendientes.
Desempeñarse bien en nuestra liga no es suficiente para dirigir a futbolistas que están acostumbrados a otras maneras.
