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Se les dijo, se les advirtió y se les seguirá advirtiendo a los defensas, pero seguirá pasando. En el Mundial pasado, un poco más del 30 % de los partidos se definió en los últimos minutos. En este, ya Uruguay le ganó a Egipto sobre el final, Irán a Marruecos también, Cristiano salvó los muebles cuando el juego expiraba ante España, y Francia venció a Australia cerca del pitazo final, entre otros.
Por un lado está el espíritu guerrero de quienes tienen la iniciativa que les exige luchar hasta el final. También se le puede atribuir en parte a la paciencia de quienes, sabedores de que cuentan con mejores armas ofensivas, buscan el espacio incansablemente hasta que muchas veces lo logran; otras veces, como Argentina ante Islandia, no.
Por el otro lado habría que buscar las causas en quien recibe estos golpes. El cansancio, tanto físico como mental, hace que en los últimos minutos aumente el margen de error y de esta manera ofrezcan más papayazos al equipo contrario. Los nervios de saber que la meta de empatarle o ganarle a un grande está cerca generan una ansiedad que puede alterar la concentración suprema que se ha tenido durante casi 90 minutos. Lo anterior hace que al final estos equipos también recurran a cometer más faltas cerca al área. Eso les pasó a Piqué ante Cristiano, a Egipto frente a Uruguay e incluso a Islandia frente a Argentina. La diferencia es que los gauchos no cobraron por ventanilla.
En el fútbol moderno no se puede descuidar ningún detalle. Los equipos con más fondo físico suelen llegar en mejor forma al último minuto. Los psicólogos deportivos han entrado a escena y una de sus tareas es trabajar ese último tramo de partido. Los entrenadores hacen permanente énfasis en sus charlas al respecto. Hacen de todo, pero los partidos en gran medida se siguen definiendo en los últimos minutos, y difícilmente dejará de pasar.
El fútbol es drama sin libreto y esa emoción del final lo hace más bonito. Cuando la moneda cae del lado del equipo de uno es hermoso; cuando es al revés causa frustración nacional. Seguirán trabajando unos por buscar ese tiro de gracia hasta el final y otros por evitarlo, pero el fútbol, que es jugado por personas, nos seguirá regalando estos inolvidables capítulos, porque la virtud y el error son la esencia de la humanidad.
