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Luis Fernando...

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Antonio Casale
05 de agosto de 2012 - 11:00 p. m.
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“Le pido perdón a mi país por haberle fallado, sé que tenían la esperanza de lograr una medalla conmigo”, dijo el marchista Luis Fernando López tras ser descalificado de la prueba de 20 kilómetros en marcha en los Olímpicos. Yo creo, por el contrario, que es el país es el que les tiene que pedir perdón a nuestros deportistas.

Si bien es cierto que estamos viendo los buenos frutos del proceso olímpico más serio que se haya llevado a cabo en la historia de Colombia, pues todos los deportistas contaron con el apoyo irrestricto de parte de Coldeportes y el COC, incluyendo dinero, indumentaria adecuada, apoyo en competencias internacionales, psicólogos deportivos y hasta plan de nutrición, sigue el país estando crudo.

Nuestros tres medallistas (al momento de escribir esta columna no se conocía el resultado de Catherine Ibargüen) tienen algo en común. Encontraron en el deporte un tubo de escape a la pobreza. Si bien es cierto que prefirieron las pesas, el judo y la bicicleta al fusil, el solo hecho de que en nuestro país el deporte no sea una opción de vida profesional, sino una manera de escapar a la miseria, debe ponernos a pensar seriamente en el estatus que le damos a la actividad muscular en esta patria boba.

Debería bastar con ver ejemplos como el de Jamaica, donde el atletismo es una materia perteneciente al pénsum de los colegios, tan importante como las matemáticas o la biología. Entendieron sus gobernantes que así como desde el colegio se empiezan a formar los abogados, los médicos y los bacteriólogos, por citar sólo tres profesiones; lo propio debe suceder con los deportistas. En Jamaica es tan importante un atleta como un médico.

En los países del primer mundo, los mejores deportistas son becados, con serias posibilidades de convertirse en profesionales de la disciplina que practican. La formación académica va de la mano con la deportiva y comprenden que, desde épocas en que los griegos inventaron el olimpismo, la actividad física merece el mismo respeto que la intelectual.

No nos digamos mentiras, hay más universitarios especialistas en beber aguardiente que universitarios deportistas, pues es objeto de mofa quien dedica su tiempo libre a alguna actividad física. Por otra parte, los padres de familia pudientes ven con malos ojos que sus hijos quieran dedicar su vida al deporte, en otra muestra inequívoca del bajo nivel de credibilidad que tiene la actividad física en Colombia, forjadora de paz y progreso en otras latitudes.

Luis Fernando, es usted quien debe recibir las disculpas de un país ignorante, que no valora la profesión de deportista como debería ser.

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