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Es cierto que Stefan Medina no se ayuda, pero el martes sus compañeros lo dejaron solo. Culpar a un jugador de las derrotas en un deporte colectivo, es tan ignorante como cruel.
Es importante explicar que en el partido de Colombia ante Brasil, a Stefan Medina lo dejaron solo contra Neymar y Marcelo en el primer tiempo. Los apoyos, los relevos de sus compañeros no aparecieron durante treinta minutos. Se defendía con una cauchera mientras los brasileños lo atacaban por su sector con cohetes teledirigidos. Solamente hasta pasada media hora Pekerman envió a Muriel a la derecha para tapar la salida de Marcelo y Barrios se encargó de ayudar a controlar a Neymar. También es cierto que en el uno contra uno Medina se vio muy inferior a Neymar, lo cual tampoco es trágico. No sé si exista un solo defensa que en esa materia no sea inferior al 10 de Brasil. La clave era no dejarlo recibir la pelota y esa responsabilidad, como todas en el fútbol, es primero colectiva que individual. Primero hay que mirar planteamientos, estrategias, tácticas y movimientos de los bloques, antes de individualizar. Tal vez el gol tempranero, otra vez un gol de camerino y por vía aérea, afectó psicológicamente al grupo, pero el partido estuvo mal planteado y mal jugado durante treinta minutos. Fue una invitación a Brasil para que goleara al equipo de todos.
Pero la crueldad colectiva es peor que un mal planteamiento de un partido de fútbol o el pobre desempeño de Medina. El lenguaje utilizado en contra del lateral derecho en las redes es la pobre demostración de lo que somos como país en la faceta negativa. El fútbol es un juego que mueve pasiones, es el psicólogo que nos permite desahogarnos mientras lo vemos y por eso no hay que tomarse demasiado en serio las reacciones de la gente en internet. Pero los aficionados no pueden perder de vista que cuando agreden a un jugador de fútbol en Twitter no están en el diván, están atentando públicamente contra un ser humano que lo único que hace es ganarse la vida pateando un balón.
Tuve la oportunidad de ver en la eliminatoria pasada a Medina en el aeropuerto de Montevideo mientras lloraba leyendo los insultos que caían sobre él en las redes. No le hablé ni le he hablado nunca, no lo conozco, pero ese día entendí que es muy fácil escudarse detrás de un computador para acabar con la honra de los demás cobardemente. Medina no será el mejor lateral derecho del mundo, pero tiene los cojones de intentarlo, verbo que claramente quienes lo insultan no han puesto en práctica en sus propias vidas. La sociedad tiene el derecho de expresarse, pero tiene el deber de respetar.
