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Contrario a lo que se puede pensar, el presente de la Liga colombiana es mucho mejor que el de la argentina. Ya es hora de que se vea en la cancha. Según un informe presentado por el portal Cancha Llena, del diario La Nación de Argentina, aunque los clubes de ese país reciben cada vez más dinero, son cada vez más pobres.
Hace unos años el Gobierno decidió comprar los derechos de televisión por una cifra millonaria para mitigar la crisis económica de los equipos, que en ese momento era insostenible. En 2009, cuando se instauró ese modelo, la deuda de los clubes pertenecientes a la AFA aumentó en la última década en 473 %. Lo que pasó es que, además de suministrarle el dinero que le correspondía a cada equipo sin ningún control, Julio Grondona, hasta su muerte, les prestaba dinero cada vez que los socios lo requirieran, sin términos de devolución. Todo a cambio de los votos que lo perpetuaron en el poder. La AFA era un barril sin fondo, pero Grondona se fue y todo cambió. Hoy la existencia de la Liga argentina es un milagro. Casos como el de Roger Martínez, que la semana pasada amenazó con no seguir en Racing si no le pagaban los cuatro meses de salario que le adeudan, son el pan de cada día en ese país.
En Colombia, el caso es opuesto. La Dimayor también ha conseguido dinero, sobre todo por los derechos de TV, que significan el 30 % de los ingresos de los equipos. Pero además, el ente mayor del fútbol profesional se encarga del pago de parafiscales, a algunos clubes les ha entregado adelantos de dinero para que cumplan con sus obligaciones, pero se les retiene lo que les corresponde para que paguen esas deudas. Según el informe presentado por la Superintendencia de Sociedades, los clubes colombianos aumentaron sus ingresos operacionales en 21,4 % en 2015, siendo Santa Fe el que mayores utilidades obtuvo. Hoy el fútbol colombiano goza, después de innumerables batallas, de buena salud en lo económico, los jugadores tienen menos problemas contractuales y, comparado con el caso argentino, es superior en su estructura financiera.
Sin embargo, la Dimayor está en mora de establecer un método de auditoría para que el dinero sea invertido en un buen porcentaje en el fútbol. Todavía hay casos como el del Unión Magdalena, cuyo dueño utiliza el dinero que le entra en sus gastos personales y no en el equipo, que con una nómina precaria se perpetuó en la B. No tiene el más mínimo interés en volver a la A y Santa Marta, ciudad futbolera por excelencia, está condenada al olvido. También habría que construir un manual auditado para el manejo de divisiones menores bajo una estrategia que les sirva a las selecciones. Solo así la superioridad estructural de la Liga colombiana sobre la argentina se convertirá en superioridad futbolística también. El dinero que le entra al fútbol, además de ser un negocio para sus dueños, debe ser invertido en fútbol.
