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Mejores terceros

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Antonio Casale
07 de agosto de 2011 - 11:00 p. m.
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Guatemala clasificó a octavos de final a pesar de haber recibido once goles en sus dos primeros partidos.

Costa Rica hizo lo propio con menos cinco en su diferencia. Corea del Sur, a pesar de su pobre nivel, también se encuentra instalado entre los 16 mejores. Lo cierto es que el cuento de los mejores terceros es un premio a la mediocridad y todo parte de la excesiva cantidad de equipos que clasifican a un mundial.

El año pasado anotábamos que 32 clasificados son muchos para un mundial de mayores. 24 parecen ser demasiados para un Sub-20. Por un lado, la Fifa se jacta de tener más países que la ONU, dando a entender que quiere llevar el fútbol a todos los rincones, hacerlo popular y se muestran como quienes quieren brindarles el chance a todos de competir al más alto nivel y con la posibilidad real de conseguir títulos. Esto es bonito e incluyente. Corresponde con un deporte que es igualador por excelencia. En lo social, la Fifa cumple con su objetivo.

Pero por otra parte, es inocultable el negocio que representa para la Fifa el hecho de poder hacer de un mundial, un negocio redondo. A más países participando, más dinero les entra por concepto de derechos de TV, patrocinios y demás ingresos derivados de un deporte cada vez más entregado al marketing, que a su esencia, el señor balón.

Se gana por un lado con la participación de países en certámenes que, de no ser por la pelota, pasarían inadvertidos. Pero se pierde porque, al final, a la élite del fútbol siguen accediendo sólo unos pocos. Los históricos, los que tienen más dinero y los que lo invierten mejor. Al final, casi siempre quedarán campeones los mismos, así en este deporte, como en muy pocos, Estados Unidos no tenga cabida en la historia de los ganadores. La Fifa cuenta con sus propias potencias, los que siempre quedan campeones y sostienen el negocio, todo mientras se divierten invitando a más naciones a hacer parte de su fiesta. El fútbol, como la vida, a veces da asco y otras veces produce alegría. Por ahora, disfrutemos el único mundial que se verá en Colombia y sigamos soñando con que algún día podamos ser parte de la élite que se reparte los títulos, porque el dinero siempre será para unos pocos.

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