Ante los retos, los humanos podemos actuar de dos maneras, con miedo o con valentía.
Si nos domina el primero, la posibilidad de cometer errores, y en consecuencia de fracasar, será más alta. Si, en cambio logramos manejar el miedo con valentía, pues desaparecer el temor es imposible, ésta se convertirá en confianza y la posibilidad de equivocarse será menor. Es ahí donde los campeones marcan la diferencia.
Pero esta actitud viene de adentro, de la capacidad de confiar en uno mismo. No es una decisión que se toma de un momento a otro y al igual que las habilidades físicas y técnicas requiere de un trabajo que se debe emprender desde que el deportista es niño, época en la que absorbe todo más fácil.
Por eso, no está loco Juan Carlos Osorio, DT de Nacional, cuando lejos de excusarse, afirma que la presión que él y sus dirigidos sintieron de parte del entorno el miércoles pasado en el Monumental en el marco de la final de la Copa Sudamericana frente a River, nunca la habían vivido, convirtiéndose este factor en algo determinante para el resultado. Dice el entrenador que el torneo en Colombia no ofrece situaciones en donde los equipos se sientan bajo presión constante, bien sea por el resultado o por el entorno.
Es cierto que el sistema del torneo podría ayudar. El actual sistema de cuadrangulares permite que el jugador tan sólo tenga que esforzarse por ingresar a una cómoda zona en dónde caben ocho invitados, sino que una vez adentro, se pueda dar el lujo de definir el paso a la final en la exagerada cifra de seis partidos. Poca presión a comparación de otras latitudes, en dónde cada domingo se juega la posibilidad de seguir peleando o no por un título. En 2015, por necesidad de calendario, mas no por una estrategia de búsqueda de lo expuesto, se jugará con el sistema de playoff en los dos torneos locales. De esta manera, el equipo que quiera quedar campeón tendrá que jugar seis finales. Debería quedarse este sistema para que se sienta algo de mayor competitividad.
Pero es menester ir más allá. Los formadores de talentos deben incluir en sus planes de trabajo la educación de una mentalidad fuerte, capaz de generar inconscientemente la confianza necesaria para la victoria y así disminuir la posibilidad de cometer errores como los que le costaron a Nacional la final del miércoles anterior.
Se completan diez años sin que ningún equipo colombiano haya obtenido un título internacional y no es casualidad. Hay un camino, el de la mentalidad, largo por recorrer, pero nunca es tarde para comenzar. Está demostrado que el biotipo del jugador colombiano le permite estar a la par y en muchos casos en condiciones superiores a los argentinos y brasileros en términos técnicos y físicos. Pero ellos han desarrollado una mentalidad ganadora que a nivel de clubes todavía se nota y mucho. Ellos dominan el miedo con valentía.