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Millonario el Barcelona

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Antonio Casale
05 de enero de 2010 - 02:16 a. m.
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Son las 7:30 de la noche, en media hora comenzará el partido.

Entro al estadio y encuentro las sillas que corresponden a mis boletas disponibles. Los aficionados de las tribunas que quedan detrás de los arcos, devuelven los balones con los que los jugadores calientan pues no hay rejas que dividan la cancha de las gradas.

7:45 p.m, los protagonistas del juego entran de nuevo al camerino a ultimar detalles. Mientras tanto, en los parlantes y con sonido impecable, el animador anuncia la canción Viva la vida, de Coldplay, para motivar al equipo.

En el centro del campo una tarima espera ansiosa la aparición de la escuadra por primera vez en 2010. Es obvio que no estoy describiendo la presentación de Millonarios en el Campín. Mucho menos la aparición —más preocupante que esperanzadora— del nuevo arquero proveniente del flamante fútbol hondureño, la llegada del artillero procedente del Blooming boliviano, ni el cerrojo de la defensa argentino acabado de desempacar… de un expreso Brasilia que arriba desde Bucaramanga.

Mientras en Millonarios los actuales dueños no dan su brazo a torcer y se atornillan al poder, a miles de kilómetros de allí tengo el gusto de ver la presentación por primera vez en este año del mejor equipo del mundo: el Barcelona.

8:00 p.m. Aparecen los integrantes del plantel. Todos los jugadores (la mayoría forjados en casa), junto a su entrenador, se dirigen a la tarima donde los seis trofeos obtenidos en 2009 los esperan. Con entusiasmo los ofrecen a los cien mil asistentes que orgullosos corean la canción que interpreta Chris Martin.

Lo demás es anécdota, un partido que sirvió para que el Barcelona sumara otro punto frente al Villarreal, que no pierde aquí desde 2006. Fútbol moderno, jugado por hombres con buen pie y buena técnica. Algunos de otro mundo como Xavi. Los otros dedicados a jugar más que a pegar patadas o a pelear con el árbitro. En la tribuna, un público frío y un poco amargo que ya no dimensiona lo que es tener en su corazón a un equipo tan importante como el Barcelona.

Si algo tiene el fútbol colombiano, y sobresale Millonarios, es hinchas comprometidos que nunca cesan de gritar y alentar. Una multitud que no deja de esperar que algún día, no muy lejano, Juan Carlos López, Luis García, Santiago Rendón y su corte, por fin reconozcan que el reto fue más grande que sus buenas intenciones. Después de muchas administraciones iguales, hoy estamos peor que nunca. Es hora de vender, porque cliente para Millonarios, si es un negocio serio, seguro que habrá. De hecho hay algunas propuestas que merecen ser revisadas.

Por ahora sólo nos queda seguir imaginándonos cómo eran aquellos tiempos cuando, según los abuelos, Millonarios era como lo es hoy Barcelona, el mejor equipo del mundo.

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