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Comenzaron las emociones del fútbol profesional colombiano. Los hinchas, felices como siempre, estuvieron al tanto de su equipo, bien sea a través de la radio, la televisión o incluso en el estadio.
Las escuadras presentaron en sociedad su versión 2011 y algunos quedaron contentos, otros preocupados. Todo muy bonito del camerino hacia afuera, pero hacia adentro es muy distinto.
Todo sigue igual. A pesar de los duros anuncios hechos por Coldeportes el año pasado en cuanto a que equipo que no estuviera al día en sus obligaciones contractuales no saldría a disputar este torneo. A pesar del anuncio de la Dimayor en cuanto a que cualquier equipo que no estuviera al día en seguridad social no podría inscribir refuerzos, el peso de esas declaraciones esperanzadoras sobre un fútbol mejor, sólo le cae a un equipo, el América de Cali.
No se ilusionen, no es que el América sea el único deudor moroso. Pero si el peso de esas amenazas se aplicara a todos los que adeudan dineros, sencillamente no hubiera comenzado el campeonato.
Medellín, Cali, Pasto, Patriotas, Expreso Rojo, Huila, Valledupar, Quindío, Depor, Juventud, Girardot, Caldas, Santa Fe y Cúcuta presentan deudas de 2010 y aún así les fue permitido inscribir refuerzos. Eso es algo así como cuando uno debe el recibo de la luz, pero sale al centro comercial a comprar electrodomésticos.
Por un lado, deberían medir con el mismo rasero a todos los equipos. En Uruguay y Argentina, entre otros países, es la agremiación de futbolistas la que entrega ese certificado para que todos puedan competir e inscribir sus refuerzos. Pero por otro lado, ni el gobierno ni la Dimayor están dispuestos a darse el lapo de sancionar a todos estos equipos a cinco meses del mundial juvenil. ¿Que diría la Fifa? ¡Qué susto!
Si no se le aplica a ningún equipo, que tampoco le caigan al rojo del Valle. Parece un golpe mediático y no un intento por hacer que esto mejore. Aquí no ha pasado nada, todo sigue igual.
