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No soporto a Guardiola

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Antonio Casale
15 de abril de 2012 - 07:50 p. m.
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No estar de acuerdo en todo con Guardiola es tan difícil en el mundo como en su momento era no estarlo con Uribe en Colombia.

No me importa y a Pep menos, pero lo voy a escribir. No soporto a Guardiola. Lo peor es que la culpa no es de él, es de quienes lo endiosan o, lo que es lo mismo, lo ‘uribizan’.

Las virtudes del técnico del mejor equipo del mundo de los últimos tiempos no están en duda. Obtener semejantes logros basado en el trabajo de los de la casa no resiste la menor discusión. El ‘toque toque’ con progresión y precisión, que sólo pueden ejecutar los artistas que él posee, más allá de que me aburre profundamente, es exitoso. Los resultados hablan solos.

Pero se ha vuelto insoportable tanta veneración ante quien, como todos nosotros, es un humano, plagado de virtudes y desaciertos. Quieren pintar a Guardiola como si fuera un angelito de la caridad, un dios omnipotente de esos a los que nada se les puede discutir y todo hay que celebrarles. Tanta humildad raya con los límites más absurdos de la soberbia. Olvidan que Guardiola también pegó patadas, lo expulsaron una decena de veces de un terreno de juego, y otras tantas como entrenador corrió con la misma suerte.

Me cuesta creer que Guardiola entregó la Liga. En sus declaraciones, según las cuales todo está definido a favor del Real, tras una ventaja obtenida a lo largo de una campaña compuesta por muchas batallas y en franca lid, se nota que el entrenador blaugrana, en una actitud lejana a la humildad, sencillez y buenas maneras, sólo pretende quitarle presión a sus dirigidos y metérsela a su rival. Nada ilegal, pero no quiero imaginarme lo que estaríamos diciendo si Mourinho hubiese sido quien pronunciara esas palabras. Pero como es Guardiola, hay que alabarlo. La anterior es sólo una pequeña muestra de que Guardiola es apenas un ser humano, un entrenador indudablemente exitoso al que todavía le faltan credenciales para determinar que revolucionó la manera de jugar al fútbol como lo hicieron en su momento tipos como Helenio Herrera o Rinus Michels. O como en la actualidad lo hacen Bielsa o Mourinho, señores que a donde han ido han cambiado el rumbo con diferentes recetas. Por ahora, haré fuerza para que Mourinho gane el clásico frente al Barcelona, para el que los árbitros seguramente ya tienen preparado un penalti para que Messi lo cobre. Así el portugués, ante el desprecio de la mayoría, seguirá escribiendo la historia del fútbol moderno al ganar las ligas de Inglaterra, España e Italia. Medallas éstas que no están al alcance de Guardiola, ni medianamente cerca.

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