Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El ciclo como presidente de la Dimayor de Jorge Enrique Vélez está a punto de llegar a su final. La división entre los clubes —que son sus jefes— con respecto a su gestión es evidente. Ya ni siquiera se reúnen (diez de ellos se rehusaron a hacerlo el pasado sábado) en señal de protesta por sus actuaciones.
Y no están locos los que no quisieron asistir. Argumentaron la pésima gestión frente a la venta de los derechos internacionales del fútbol colombiano, cuyo dinero debió llegar hace unos meses y nunca apareció. También cuestionan la mala imagen de la entidad que ha dejado el presidente ante los medios de comunicación, la poca seriedad en la gestión del fútbol femenino y la elección —según ellos, a dedo— de la empresa que obtuvo el contrato para la ejecución del VAR. Si a lo anterior le sumamos la crisis del coronavirus, estamos ante un coctel explosivo que como consecuencia lógica cobrará la cabeza de Vélez. A decir verdad, tienen la razón en varios puntos.
Ahora, no todo es culpa del presidente. Las impresentables actuaciones de clubes como el Cúcuta Deportivo —uno de los inconformes—, la nula relación con Acolfutpro, que gústeles o no representa a los más importantes de este asunto, los jugadores. La poca gestión deportiva de la mayoría de equipos, que ha dado como resultado el pésimo desempeño futbolístico que se ve, y esto no es necesariamente cuestión de plata. La falta de gestión para generar hinchada en las ciudades y un sistema de competencia que incluye a veinte equipos en la máxima categoría (acaso unos doce tienen cómo estar allí, desde lo económico y lo deportivo), no son consecuencia de la gestión del presidente de turno que, no se les olvide, fue elegido por los propios clubes.
El paso de Jorge Enrique Vélez, reconocido por su desempeño en el sector político y por haber liderado con éxito a los notarios del país, por la presidencia de la Dimayor, ha demostrado que las habilidades para desempeñar ese cargo deben ser otras. En Inglaterra nombraron al frente de la Premier League a Richard Maters, cuyo primer cargo en la entidad fue director de ventas y marketing. Se necesita alguien que potencie la imagen y los ingresos del fútbol.
El problema es que por muy experto en esas lides y en derechos de TV que sea el encargado, si el producto no es bueno, no va a tener posibilidades de éxito, y el producto, seamos claros, no es bueno.
Todo apunta a que los clubes no buscarán a alguien de un perfil distinto para obtener resultados diferentes. Buscarán a otro Jorge Enrique Vélez, de pronto con más tradición en la “familia del fútbol”, con la esperanza de que, sin cambiar su esencia, les traiga el dinero que les falta para seguir funcionando igual.
El problema es que en este punto de la crisis, si no innovan y no se adaptan a las nuevas circunstancias, muchos clubes desaparecerán.
