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La vida sin fútbol es desesperante. Estos días de poca actividad así lo demuestran. Sí usted se identifica con lo anterior, aquí le dejo tres recomendados para pasar la temporada de sequía de emociones deportivas.
La primera es la serie mexicana, primera que se hizo en español para Netflix, Club de Cuervos. Es una comedia–drama de 13 capítulos que gira alrededor de los conflictos por el poder creados en los miembros de la familia de Salvador Iglesias, dueño del club de primera división Los Cuervos de Nuevo Toledo, por quedarse con el manejo del equipo tras su muerte. Aunque no está basada en hechos de la vida real, el parecido con el manejo de los hilos de la mayoría de equipos de fútbol en nuestro continente es impresionante.
Otro imperdible para esta temporada de ausencia de goles es Class of 1992, también disponible en Netflix. Es un documental cinematográfico que gira alrededor del ascenso y consolidación de las carreras de seis prometedores futbolistas: David Beckham, Rian Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt, Phill y Gary Neville; desde sus inicios hasta la consecución por parte del Manchester United de la Copa europea de clubes en 1999. La mezcla explosiva entre el fútbol y los cambios ocurridos en Inglaterra durante esa década en el ámbito social hacen de esta una pieza inolvidable, tal como aquel Manchester United de Alex Fergusson, muy distinto al actual.
Por último, un libro: Open: Memorias de André Agassi. Ya está disponible en las librerías de Colombia la traducción de este texto relatado en primera persona por el tenista norteamericano, uno de los mejores de todos los tiempos. Lejos de definirse como el héroe que fue, Agassi se enfoca en sus inseguridades así como en el odio que sentía por el tenis, la fama y su entorno. Habla de sus hazañas en tiempos en que los mejores tenistas del mundo perdían más seguido de lo que Djokovic o Federer lo hacen hoy en día. Pero también relata sus derrotas que, como las de todos los humanos, son muchas más que las victorias en la cancha de la vida. Es una autobiografía que nos lleva a concluir que quien entiende de deportes también debe comprender al deportista, pues es la única manera de hacer un análisis más real de lo que sucede en una competencia.
Son tres valiosos esfuerzos por humanizar una pasión que a veces, de manera equivocada, parece de vida o muerte porque les endilgamos a los deportistas una responsabilidad que nosotros mismos no podríamos llevar en la espalda de nuestras vidas, la de no equivocarnos.
