Muchachos, no me importa si ustedes vuelven al país con la copa del mundo o quedan eliminados en primera ronda. Pase lo que pase, ustedes son héroes nacionales.
No es que yo sea conformista y no espere nada de ustedes en Brasil. Quiero, como todos, que escriban la página más gloriosa de nuestro fútbol. Este país enfermo lo necesita, tal vez como nunca antes. Estamos cansados de ver que, en la política como en las distintas actividades rutinarias de los colombianos, vivimos indolentes, inmersos en la cultura del “todo vale”. Pero ustedes representan todo lo contrario.
Todos y cada uno de ustedes son hombres de bien. Han luchado minuto a minuto por sus sueños. Nadie les ha regalado nada y, por el contrario, todo les ha costado más que a muchos otros compatriotas que, teniendo las oportunidades de ser grandes en sus actividades, no las han aprovechado. La mayoría de ustedes son hijos de la pobreza, de un país violento, corrupto y sinvergüenza. Muchos de ustedes pudieron escoger el camino de la violencia, la trampa y el dinero fácil a costa de lo que sea.
Pero no, ustedes escogieron el camino difícil. El de ganarse la vida dándole patadas a un balón. Saltaron toda clase de obstáculos en un mundo que no es nada fácil para quienes quieren sobresalir. Primero fueron jugadores aficionados, después lograron llegar a las divisiones menores de algún equipo profesional, cumplieron el sueño de saltar a una cancha a jugar al fútbol frente a miles de personas. Cuántos millones de críticos hubiéramos querido correr con esa suerte.
Después, a muy corta edad, lograron cumplir el sueño de sacar a sus familias de la pobreza cuando firmaron el gran contrato. Ese que los llevó afuera de Colombia. Sí, a aguantar frío, racismo, otros idiomas, otra cultura y otra manera de vivir. Pero valió la pena. Todo lo lograron ustedes por sus propios medios.
Pero lo más bonito es que ustedes se mueren por defender los colores de la patria. La misma que tan poquito les dio en su infancia. Ese es el verdadero significado de la palabra amor, dar, simplemente dar.
Por eso, si logran hacer historia por sus triunfos en Brasil, les estaré eternamente agradecido. Será la confirmación de que cuando hay sacrificio, solidaridad, convencimiento de que los sueños se pueden cumplir, no hay nada que se pueda interponer en el camino. Pero si por alguna circunstancia del deporte y de la vida las cosas no se dan, seguiré eternamente agradecido porque van a dejar todo en la cancha por ustedes, pero también por nosotros, los que hacemos parte de un país que sueña con que algún día los valores que rijan nuestra manera de vivir sean los que ustedes promueven.