Todo el mérito de la remontada ante Francia y el buen funcionamiento del segundo tiempo comienza por Pékerman. Después, sus jugadores supieron interpretar un libreto que tuvo cambios simples pero contundentes. No es la primera vez que el argentino mueve el timón heroicamente en el intermedio de un partido en el que se juega decididamente mal.
La diferencia es que ese ángel que tiene Pékerman para hacerlo estaba refundido. El último año y medio de la selección fue un mar de confusiones. El equipo de todos clasificó a Rusia con lo justo y administró con angustia los ahorros que había conseguido en la primera parte de la eliminatoria. El cuatro-dos-tres-uno se hizo fácil de referenciar para los rivales. Sánchez y Aguilar se hicieron insuficientes para las labores de recuperación y construcción de juego a través del primer pase. En el primer tiempo del viernes, Colombia fue más de lo mismo, pero en el segundo, cuando Matheus Uribe se puso el overol para apoyar a los anteriormente citados y Muriel quedó más cerca del área, como delantero junto a Falcao, Colombia logró su mejor expresión de los últimos tiempos ante un candidato a título como Francia. Un simple cambio en funciones de equilibrio y esa capacidad de imprimir el convencimiento en sus dirigidos para que entiendan que no existen los imposibles hacen de Pékerman lo que es.
Son sencillos y pequeños detalles los que hacen que con él se hayan marcado grandes diferencias en estos años. El argentino no es un aventajado en temas tácticos ni mucho menos. Estudia a sus rivales detalladamente, vive al tanto de sus jugadores a diario y comprende que cinco días cada tres o cuatro meses no son suficientes para cargar de información a sus futbolistas.
Mucho se habla de mantener los pies sobre la tierra después de la victoria histórica en París. Con Pékerman al frente no hay ninguna posibilidad de que se pierdan los papeles. El liderazgo es su especialidad. Cuentan los que han estado presentes que su estilo dista mucho de lo que todos creeríamos que se debe hacer para mantener al grupo en actitud competitiva. José no es de arengas ni gritos estremecedores, tampoco de poner videos comparativos entre la película Gladiador y su equipo. Por el contrario, hace de la tranquilidad y la confianza su mayor activo, sin que esto se confunda con tolerancia a la indisciplina.
El Mundial ya arrancó para los nuestros. Mientras Japón apenas empató con Malí, Polonia perdió con Nigeria y Senegal hizo tablas con Uzbekistán, los nuestros ya tienen viento en la camiseta. El golpe de autoridad dado el viernes representa ese tanque de confianza tan necesario para afrontar un Mundial. Colombia, como siempre, cuenta con un formidable grupo de jugadores, pero las pekermanadas, con sus luces y sombras, nos siguen sorprendiendo, ojalá por mucho tiempo.