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Pobre hinchada la de Millos, no hay seguidor más golpeado que el fiel fanático albiazul y este año no pudo ser peor, no clasificó a los cuadrangulares a pesar de los 28 puntos y una buena diferencia de goles, pues otras ocho escuadras lo hicieron mejor. Otra vez la fría eliminación y el cumpleaños número veinte en diciembre de la obtención del último título.
Varios factores sumados dan como resultado esta pobre campaña. Siguen llegando a Bogotá jugadores costosos que son dueños de buenas hojas de vida, pero viven tan bien en la capital que les queda grande la camiseta azul a pesar de sus onerosas ganancias y de vivir como reyes donde está la gran prensa, donde hay tantos bares que nadie se da cuenta y donde la hinchada sigue alentando noblemente a pesar de los resultados. Vienen, cobran y se van.
Trajeron al técnico más ganador de lo últimos tiempos, que también tiene una alta dosis de responsabilidad, pues lució confundido en varias oportunidades y su nómina, la que él mismo diseñó tras la decisión de salir de una gran cantidad de jugadores, no le respondió como esperaba.
Los directivos como cabeza visible del proyecto también son responsables, ya son tres eliminaciones consecutivas y no han podido diseñar un equipo capaz de pelear el título en 2008, que pintaba para grandes cosas después de alcanzar las semifinales de la Copa Suramericana el año pasado.
¿Por qué no apostarle en un gran porcentaje a jugadores hechos en la casa que sientan la camiseta y que hagan que el entorno para los cuatro o cinco refuerzos costosos que vengan de experiencia sea más favorable y entiendan que en esta ciudad se viene a vivir bien pero también a ganar?
Así funcionan las cosas en DIM, América, La Equidad y Cali, equipos que casi nunca fallan con la cita de los cuadrangulares. ¿Por qué no apostarle a la continuidad de Quintabani? Al fin y al cabo ha sido un técnico ganador. ¿Por qué no pueden pensar los dueños del equipo en gestionar la consecución de socios estratégicos, quienes aseguren que administrar Millonarios no sea sinónimo de apagar incendios todas las semanas en cabeza de una sola persona?, o ¿por qué no buscar realmente la venta de la institución asegurándose de dejarla en manos poderosas y bien intencionadas?. Finalmente, ¿por qué no podemos los periodistas dejar de ser tan optimistas en el éxito y tan fuertes en el fracaso, y aprovechar estos espacios para proponer soluciones?
Los hinchas se están cansando y nadie hace nada.
