Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Alguno dirá que no es momento para armar dramas porque el equipo está prácticamente clasificado. Otro asegurará que no se puede cambiar tanto de opinión, que hace dos semanas Millonarios y su “gamereta” eran algo así como la naranja mecánica colombiana y ahora tratan al equipo, tras la remontada sufrida en el clásico, como si fuera el peor azul de la historia. No estoy de acuerdo con ninguno de los extremos.
Lo cierto es que en los últimos cuatro partidos, ese número ya es una tendencia. Millonarios ha marcado un evidente descenso. América le sacó un empate en el último minuto. Júnior lo hizo ver inofensivo en la final de ida de la copa, Equidad lo ató en todas sus extremidades para ganarle uno a cero y Santa Fe le remontó en veinte minutos una ventaja de dos goles, después de que los de Gamero habían jugado un brillante primer tiempo. ¿Qué pasa y cómo darle vuelta?.
En la cancha, Millos tiene serios inconvenientes defensivos por la zona derecha. Alba y Perlaza, los que alternan en esa posición, tienen que ver en casi todos los goles en contra, bien sea por distracciones o por estar volcados al ataque. Los rivales lo saben y por ahí han hecho daño. La ausencia de Larry Vásquez como volante, por lesión, no ha podido ser superada. No porque su remplazo lo haya hecho mal —el pela’o Victoria marca muy bien, pero le falta formarse en la salida con la pelota—, sino porque Pereira, habitual compañero del ausente, queda como único hombre de primer pase en el medio, lo cual hace que lo referencien más fácilmente.
A eso súmele el bajo rendimiento del 1 y el 9. Los equipos que ganan cosas importantes están parados sobre un buen arquero y un goleador. Montero no ha podido mostrar sus credenciales y Luis Carlos Ruiz dejó de hacer goles.
Gamero se demora para hacer los cambios. Ante Equidad quemó las naves al minuto 88, a sabiendas de que estaba en desventaja desde el comienzo del segundo tiempo. Contra Santa Fe reaccionó al 84, cuando el tercer gol cardenal se produjo al 76 y aún en las victorias esto es habitual.
Macalister, el capitán, como tiene que ser, se pone serio con los muchachos y los muchachos se ponen sensibles porque les hablan duro. Ojalá entiendan que en la etapa formativa esto es necesario y que el capitán no está solamente para hacer que los consientan a todos.
Hay una gran oportunidad en aprovechar estos días de no competencia para retomar el rumbo. Total, es mejor que el bajón haya sucedido ahora y no en las finales, como ha sido habitual en los últimos tiempos. Lo bueno es que hay una idea de juego clara para apoyarse sobre ella y volver a crecer.
