El país se divide entre la indiferencia de los hinchas y la indignación por parte de algunos porque Pékerman no es compinche de nadie y entrena a puerta cerrada, como lo hacen los principales seleccionados del mundo.
Se acerca un nuevo reto para Colombia, son dos partidos importantes, mas no definitivos, con miras a la clasificación al Mundial de Brasil. Uruguay y Chile, a juzgar por el pasado reciente, son más que los nuestros, pero no son invencibles. Habrá que jugar bien para ganarle al semifinalista del Mundial, diezmado por sus últimos resultados y tradicionalmente temeroso del calor barranquillero. Es importante, emulando lo hecho por Reinaldo Rueda en aquella goleada en Barranquilla ante los charrúas, que Pékerman aproveche la minisociedad exitosa del Júnior, que está “prendida” y marcando diferencia, conformada por Dayro Moreno y Teófilo Gutiérrez; es más, el mismo Giovanny Hernández merecería esa única oportunidad. Recordemos que aquella vez, un veterano, Víctor Danilo Pacheco, marcó la diferencia. Ojo, no estoy hablando de acabar con el proceso que recién comienza, pues Teo y Dayro, en buenas condiciones, han hecho parte de este grupo de jugadores.
El partido con Chile es a otro precio. Significa pasar en tres días del calor barranquillero al invierno, a jugar en territorio hostil, donde ya nos han goleado. Nuestros mejores jugadores apenas comienzan la temporada en Europa y pocos son titulares. Habrá que ser aplicados tácticamente para traer un resultado positivo y en Santiago habrá que apelar al tiempo que lleva este grupo trabajando con o sin Pékerman.
Pero no nos digamos mentiras: crucificar a Pékerman si no le gana a Uruguay y pierde con Chile sería más de lo mismo cuando, a la luz de los números, sería normal. Que no se nos olvide que la pelea de Colombia es con Bolivia, Perú, Paraguay, Venezuela y Ecuador, entre quienes nos repartiremos un cupo directo y otro a repechaje. Los demás puntos serán bienvenidos si se logran y habrá que jugar bien para obtenerlos; de eso se trata este juego.
Lo cierto es que la gente está apática con la selección y no es culpa de que Pékerman no sea cercano o de que la selección entrene a puerta cerrada. Esta es la consecuencia de años de resultados amargos en el fútbol, mientras que otros deportes le han reportado recientemente al país medallas, títulos mundiales y actuaciones importantes. Pues que esto sirva como una oportunidad de mejorar y no, como parece, la ocasión perfecta para descabezar, otra vez, al técnico de turno.