Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El mejor medidor para saber cómo está la temperatura de un evento es saber cómo va la venta de boletería a unos días y uno ve que los patrocinadores están obsequiando, como nunca antes, cientos de boletas para ir al Metropolitano a acompañar a la selección en busca del milagro frente a Bolivia.
De los visitantes se sabe que vienen con un equipo joven, prácticamente sub-23, dirigidos por César Farías, quien ya anunció que una vez finalice la clasificatoria terminará su labor en el cargo. Ellos están eliminados más allá de alguna posibilidad matemática. Ante ese panorama, es poco lo que los bolivianos que salten a la cancha se van a jugar en un lugar hostil donde nunca han ganado o siquiera empatado, como Barranquilla.
De los nuestros, sabemos que James volverá a ser el líder del equipo así no juegue al fútbol, ni en Catar, desde el 5 de marzo. También que la base de la nómina es la misma con la que ha venido trabajando Reinaldo Rueda desde que llegó, de manera que se esperan pocos cambios en la nómina ni, lo que es más llamativo, en el funcionamiento que pretende el entrenador. Esto en coherencia con lo que ha manifestado tanto en su informe como en su círculo cercano, en donde ha señalado que lo que ha sucedido hasta acá es inexplicable. Como si algún fenómeno paranormal se hubiera apoderado de la falta de generación de jugadas de gol, de la falta de puntería de las pocas claras que se han tenido, de los goles recibidos y de la temerosa forma como se encararon los juegos ante Argentina y Brasil, tanto de local como de visitante.
Así las cosas, la lógica indicaría que no debería existir mayor problema para ganarle a la sub-23 de Bolivia, no con pocos problemas, lo cual dejaría a Colombia, pase lo que pase en los otros juegos, con oportunidades de ir a repechaje, para lo cual tendría que vencer a la Venezuela de Pékerman de visitante y esperar algún resultado adverso de Perú, que cerrará ante la eliminada Paraguay en Lima.
En ese hipotético panorama, la ilusión reviviría al menos para el fin de semana que viene, a horas del juego en Venezuela y habría que acudir a la épica a partir de un estado de ánimo para sobrevivir.
Pase lo que pase, y vale la pena señalarlo desde antes de estos dos partidos, se hace necesaria una reingeniería que nos pueda llevar de regreso a tiempos no tan lejanos y para ello se necesita un cuerpo técnico ganador y el adiós de algunos referentes de otras épocas, como James, porque en la selección el lugar en la titular debería depender exclusivamente del momento deportivo en la fecha de la competencia. Por ahora, a rezar.
