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Ayer decíamos que quien quisiera ganarle a Colombia tendría que sudar petróleo y Venezuela lo hizo. Con un gran despliegue físico y táctico anuló el circuito creativo de Colombia. Justo triunfo para los vecinos que hicieron ver mal a los nuestros.
Pero Colombia ciertamente le ayudó al rival con una serie de acciones equivocadas. En el primer tiempo James y Cuadrado buscaron desmarcarse jugando muy cerca de Falcao y Bacca, dejando así el medio campo desprotegido y en inferioridad numérica, lo cual trajo como consecuencia la pérdida de la pelota. La primera mitad se jugó lejos de los pies de los talentosos del equipo.
Para la segunda parte el 10 se metió en el bosque de piernas de la zona medular pero salvo un par de jugadas fue improductivo. Tiene derecho a tener un mal día Rodríguez, lo increíble es que nadie tome su papel en el campo. Sánchez y Valencia, sacrificados en labores de marca no pudieron asumir labores ofensivas mientras el partido de los laterales y de Falcao abre de nuevo el debate sobre si deben jugar los mejores del momento o los que fueron figuras en el pasado.
Pékerman es conservador en ese aspecto pero el partido mismo le demostró que al menos debe repensar las cosas en esa materia. Tampoco se podía esperar mucho de Zúñiga y Armero, quienes prácticamente no jugaron en toda la temporada en sus equipos. Falcao sigue confundido y ansioso, como en el Manchester United.
La vida sigue y la Copa también. De la manera como Pékerman sepa asimilar y transmitir el mensaje de esta derrota depende que en tres días se pueda cambiar el curso de una historia que parecía poder empezar victoriosa sin mayores contratiempos. No esperamos que el argentino tome acciones desesperadas pero uno o dos cambios podrían ser determinantes en este momento porque sin Aguilar ni Guarín no hay quien saque el equipo. Por qué no poner a los mejores atacantes del momento? Jackson y Bacca esperan una oportunidad.
Para cada derrota en la vida existe una nueva oportunidad y esta es contra Brasil, sin dudas una hermosa ocasión de volver a la senda que nos ha hecho sentir orgullosos de esta selección. Es menester enterrar bajo tierra la derrota con Venezuela siempre y cuando haya servido para aprender de los errores cometidos.
