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Sueños azules

Antonio Casale

16 de octubre de 2016 - 09:00 p. m.

Después de una insólita pausa de un mes, por esas cosas que tiene nuestro torneo, Millonarios volvió a la competencia y parece otro. La contundente victoria por cuatro a uno sobre el entonces líder del campeonato, Envigado, así lo demuestra.

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Pocas veces se da que un técnico que llega a mitad de torneo pueda contar con cuatro semanas de trabajo, sin competencia de por medio, para plasmar su idea. Cuando estos cambios se dan, le toca al entrenador implementar su método sobre la marcha. Lo que normalmente se puede lograr no es poca cosa, tiene que ver con lo anímico y nada más.

Pero, de acuerdo a lo visto el sábado, la idea futbolística de Diego Cocca ya se ve. Millonarios es un equipo que tiene más variantes ofensivas que antes. No se preocupa tanto por la tenencia del balón, pero sí lo hace por la contundencia cuando lo tiene. Es más vertical, sin descuidar la retaguardia. Elabora juego por las bandas, aunque con rápidos circuitos que incluyen todos los sectores del terreno. Quiere ser práctico y, si para ello tiene que levantar la pelota para pasarla por encima de las líneas compactas que proponen normalmente los rivales en Bogotá, lo hace. Eso sí, ahí se nota el trabajo de la semana: busca ser preciso para que lo anterior no se confunda con pelotazo. Precisión y velocidad, esa parece ser la consigna. Esos dos ingredientes, si se usan bien, pueden ser letales para los rivales que juegan en la altura, un factor que pocas veces aprovechan los equipos de Bogotá.

Sin la pelota, Millonarios se ve menos compacto que en tiempos de Israel, cuando el exceso de orden impedía las variantes ofensivas. Pero el equipo regresa rápido y ordenado. Es un buen síntoma.

Eso sí, los nombres siguen siendo los mismos. Sigo pensando que Millonarios tiene una nómina a la que le faltan dos o tres jugadores de jerarquía, de esos que cuando llegan las etapas definitivas saben gestionar la presión que significa jugar en un gigante dormido necesitado de títulos. Clasificar entre los ocho y meterse en Copa Libertadores son dos metas que no corresponden con la grandeza que la historia le exige al equipo azul, pero que, dadas las circunstancias, estaría bien lograr. Después estaría la obtención del título, y estamos hablando de fútbol, dinámica de lo impensado, donde todo puede pasar.

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Lo cierto es que la expresión futbolística del sábado invita a soñar con que ese juego contra Envigado haya sido el punto de partida de una linda sorpresa para una hinchada que necesita volver a sentir correspondido el amor por su azul.

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