Tras el abandono de Santiago Giraldo en pleno partido, en medio de la confrontación con Chile por Copa Davis, surgen varios interrogantes.
El presidente de la Federación, Gabriel Sánchez, ha aceptado su error por permitir que se jugara la serie en una cancha que no estaba en óptimas condiciones para la competencia. Es de humanos equivocarse y de buenos humanos reconocerlo, pero ¿cuáles son las consecuencias de haber cometido ese error?
Santiago Giraldo ha manifestado que se retiró de su segundo partido de sencillos para sentar su voz de protesta porque se sintió obligado a jugar en una cancha que ponía en riesgo su integridad y la de sus compañeros. El derecho a la protesta no se le puede negar a nadie, pero Giraldo abandonó la cancha sin el consentimiento de su capitán, Mauricio Hadad. Aunque sus compañeros lo respalden, los hizo quedar mal, porque ellos, bajo las mismas condiciones, pusieron su integridad a prueba hasta el final de cada partido. Además, alguien que lleva el nombre de Colombia en la camiseta puede perder o jugar mal, eso está dentro de las posibilidades. Lo que no debe hacer es abandonar la causa bajo ninguna circunstancia. Giraldo no era el indicado para elevar la voz de protesta oficial. Ese rol es del presidente de la Federación y del capitán del equipo. En la actitud de Giraldo no hay malicia, pero sí un error por reconocer. Hasta tanto eso no suceda, ¿debe seguir siendo Giraldo la raqueta número uno del país para Copa Davis, así su escalafón lo avale?
El capitán Mauricio Hadad tampoco se ha pronunciado. Giraldo pasó por encima de su autoridad y el jefe manda aunque mande mal. También tendría que explicar por qué no llevó a otro jugador de sencillos, como es habitual. Antes de comenzar la serie, y ante la actitud de Giraldo, se pudo sustituir por otro que estuviera dispuesto a jugar. ¿Se quedará el capitán al frente de un barco al que uno de sus marineros hundió, así ese no fuera su objetivo? Si se queda Hadad, ¿seguirá Giraldo?
Da la sensación de que en el equipo de Copa Davis se hace lo que Giraldo quiera y esto no es que esté mal, tiene pergaminos para ser el jefe. Pero si es así, Hadad sobra y el presidente de la Federación le debe dar todo el poder al pereirano. Por ahora, el barco del tenis colombiano navega en aguas turbulentas y no se sabe quién es el verdadero capitán.
PD: Valdría la pena que la Federación se preocupara más por el estado de las canchas en las que se disputan los circuitos juveniles del país. Muchas se parecen bastante a la de Iquique. No sea que los niños, tomando el ejemplo de Giraldo, se nieguen a jugar allí.