Mientras el presidente Obama firmaba el envío de 30.000 soldados más a Afganistán, recibía el Premio Nobel de la Paz y al tiempo justificaba la guerra, los gringos estaban muertos de la piedra, pero no con Obama, sino con Tiger Woods. Para los norteamericanos es más villano el golfista por hacer con su vida personal lo que se le da la gana, que el presidente por justificar las guerras y así está el mundo.
Los medios dedicaron horas y páginas al escándalo de las doce amantes de Tiger. La historia de su infidelidad tuvo mucho más cubrimiento que las contradicciones de Obama en Oslo. Mientras tanto, el mejor golfista de toda la historia planeó su retiro, no por una lesión ni por agotamiento físico: se retiró porque su escándalo personal terminó siendo más importante que su carrera profesional, que es en últimas por lo que debería ser juzgado.
Para las personas no expertas en golf, Woods no es el hombre más joven en llegar al número uno del mundo. Tampoco el que le dio popularidad a este deporte, al punto de ser la actividad que más ha crecido en todos los aspectos del mundo deportivo. No lo reconocen como el atleta mejor pagado de todos los tiempos ni le dan el mérito de ser el primer afrodescendiente en ganar el Masters. Pocos hablan sobre los 30 años que le quedan de carrera para pulverizar todos los récords que le hagan falta. Ignoran que es reconocido por otras causas, como su labor social. Olvidan que es el gestor del Tiger Jam, concierto anual con el que recauda fondos para su fundación, con la cual, a través de clínicas de golf para niños y programas de entrega de becas universitarias, les muestra un camino diferente a quienes tenían marcado en su destino el fracaso.
No. Para la mayoría de los habitantes del planeta Tiger será recordado gracias a ese espíritu de juez con el que todos actuamos sin mirarnos antes a nosotros mismos. Hoy el mundo entero habla de él como el señor que fue golpeado a palazos de golf por su esposa tras ser descubierto in fraganti con una amante. Juicio que empeoró cuando la lista de sus amoríos extramatrimoniales sumó 12 bellas mujeres.
El escándalo terminó causándole a Woods el retiro temporal y quien sabe si cuando vuelva pueda ser el mismo. Tal vez su intención sea recuperar su matrimonio o, por qué no, el dinero de un eventual divorcio con lo recaudado por cuenta de su regreso. En un mundo tan metalizado y falto de valores, cualquier cosa puede pasar. Lo cierto es que nada de esto debería importarnos más que sus actuaciones como deportista.