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Transparencia para 2016

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Antonio Casale
21 de diciembre de 2015 - 02:01 p. m.
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La Federación Colombiana de Fútbol es una de las 195, de 209, que no publican la información mínima requerida para que, a juicio de la organización Transparencia Internacional, no esté en riesgo alto de corrupción.

El informe presentado el mes pasado dice que hay cuatro condiciones básicas para que se minimicen los riesgos: Publicar las cuentas auditadas, un informe anual de actividades, el código de conducta y los estatutos de organización. Colombia hoy sólo cumple con la última.

La situación es grave, es mucho el dinero que entra y poco lo que sabemos sobre la manera como se invierte. Los oscuros manejos de Luis Bedoya hacen que preguntemos por los negocios de la Federación, para la muestra dos botones:

Por qué mientras el sistema de patrocinios de la selección cambió dejando el modelo de exclusividad, lo cual significó un aumento importante en las ganancias, los derechos de Tv para los partidos de Colombia siguen siendo exclusivos de un canal sin que los demás hayan tenido siquiera la oportunidad de hacer una oferta. Llama la atención que Luis Bedoya nunca se abriera a esta posibilidad a sabiendas de que los beneficios podrían haber sido mayores. La mayor cantidad de dinero que entra al negocio del fútbol proviene de los derechos de Tv.

No menos curioso es el caso de la adjudicación del contrato para la distribución de la boletería para la eliminatoria. Si bien es cierto que la Federación abrió una licitación que fue de conocimiento público a la cual se presentaron seis propuestas, nunca supimos las razones por las que escogieron a Ticket Shop. Según investigación de El Espectador, publicada el 31 de octubre, esta empresa habría hecho alianzas con Saturno Entertainment Holding Group para la reventa de boletería a precios más altos. El representante legal suplente de dicha empresa es David Alberto Romero, hijo de Alberto Romero, quien estuvo envuelto en escándalos por la pérdida de un paquete de boletas del Mundial de Francia 98 y por la comercialización de derechos de la Copa América de 2001. Por ahora la experiencia ha sido desastrosa, extrañamente las boletas para los partidos contra Perú y Argentina fueron prácticamente imposibles de conseguir a través de Ticket Shop.

Los anteriores son los casos de apenas dos de los muchos contratos que se escogieron a dedo. Se supone que la nueva administración nos devolverá la credibilidad perdida. Ramón Jesurún tiene el deber de cumplir con las sugerencias de Transparencia Internacional en 2016 porque el fútbol, si bien es una empresa privada, es de interés público y los colombianos tenemos derecho a exigir que el dinero que le entra se destine al desarrollo del deporte y no a engordar cuentas bancarias personales como las de Luis Bedoya y sus amigos.

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