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Triste realidad

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Antonio Casale
11 de mayo de 2010 - 02:54 a. m.
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La actuación de los equipos colombianos en Copa Libertadores en este año nos puede dar luces exactas de la realidad de nuestra liga en el concierto suramericano.

Júnior, Medellín y Once Caldas se armaron para enfrentar el máximo torneo continental con esperanzas de título y los resultados no pudieron ser peores.

A diferencia de otros años, esta vez las plantillas de nuestros representantes fueron lujosas.  Júnior mantuvo su buena base y la reforzó pero cayó en el repechaje. DIM no pudo superar la ausencia de Jackson Martínez y Luis F. Mosquera pero su nómina es muy competitiva, al menos en el torneo local sigue peleando puestos de honor. Y Once Caldas invirtió mucho dinero en cuerpo técnico y jugadores de talla internacional.

Algunos dirán que Júnior se equivocó en el diseño de la pretemporada, que al DIM le tocó el grupo más difícil y que Once Caldas está en formación. Nada de eso, hace ya varios años que Colombia no tiene una representación decorosa en torneos continentales de clubes. Es lejano aquel 2007 cuando Cúcuta fue semifinalista en la Libertadores y Millonarios en la Suramericana. Desde ahí nada de nada.

Mientras en otros países la cosa parece mejorar, en Colombia caminamos hacia atrás. Por ejemplo en Perú redireccionaron el fútbol hace apenas un año. Está prohibido estar atrasado con los pagos a jugadores y los clubes tienen que estar organizados legalmente según una reglamentación clara. Apenas un año después de tomar estas medidas, pusieron dos equipos en octavos de final de la Libertadores y su plan de selecciones ha dado un giro coherente en busca de mejores resultados.

Algo similar ha sucedido en Chile, Perú, Bolivia y Venezuela mientras nosotros seguimos nadando en el fango de la mediocridad pero creyéndonos potencia en el área.

Los resultados en el exterior de nuestros equipos son el reflejo de un campeonato quebrado, el dinero de Postobón ya se acabó y muchos son los equipos que volvieron al estado en el que se encontraban el año pasado.

Se juega en canchas deplorables, con un balón muy distinto a los utilizados en la mayoría de las ligas. Hay jugadores que llegan al profesionalismo sin estar bien fundamentados y a los entrenadores todavía no se les piden acreditación.

El panorama es oscuro y lo peor, pareciera que a los directivos les importara muy poco y al Gobierno menos. Mientras esto siga así, estaremos muy lejos de volver a celebrar títulos internacionales con nuestros equipos.

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