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A Santa Fe y a Medellín les pasó lo mismo, aunque los paisas lograron clasificar a la siguiente ronda de la Copa Sudamericana. En los primeros 10 minutos ya habían recibido dos goles y varios de ellos por la vía aérea.
No es accidental. A Colombia también la sorprendió Brasil en la pasada fecha de eliminatoria en los primeros minutos y por arriba. Nos repitieron la dosis del mundial cuando antes de que la gente terminara de tomar su asiento en el estadio de Fortaleza, ya nos habían marcado el primero. Idéntica suerte tuvimos ante Chile en la semifinal de la reciente Copa América y unos días antes ante Costa Rica. Las derrotas más dolorosas para el fútbol colombiano tienen al menos uno de los dos componentes, goles de camerino y/o por vía aérea.
Pékerman, Costas, Leonel y todos los técnicos que han sido víctimas de episodios como estos trabajan incansablemente el juego aéreo. Sus discursos sobre la concentración necesaria para encarar los primeros minutos de los partidos son infinitos. Pero la historia se repite frecuentemente.
Colombia tiene hoy un buen nivel en clubes con respecto al escenario del continente. El escalafón de la FIFA mantiene a la selección absoluta en la élite del mundial. Pero el país futbolero no se puede dormir en los laureles. Siempre habrá algo por mejorar y estos aspectos son fundamentales para levantar trofeos.
La clave está en trabajar la concentración. Salir a un partido trascendental muy relajado o muy nervioso, es peligroso. Dejar levantar constantemente balones de costado, perder las marcas y confundir la referencia del balón en la propia área después de haberlo trabajado tanto, son consecuencias de unas cabezas que no están preparadas para asumir este tipo de retos con la confianza que se requiere.
El problema es que la concentración hace parte de la fortaleza mental, uno de los tres requisitos para el alto rendimiento deportivo junto a lo técnico y lo físico.
En nuestro país se trabaja bien desde categorías infantiles en los dos últimos aspectos, pero en cuanto a lo mental hay mucho por mejorar. Es algo que se le debe trabajar al futbolista desde que es niño, pero la psicología deportiva todavía les suena a cuento chino a quienes manejan nuestro fútbol. Son muy pocos los que consideran relevante el trabajo que estos profesionales puedan desarrollar.
Si no se le pone especial atención a este asunto, los goles en contra, tempraneros y por vía aérea seguirán siendo una triste tradición.
