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Antonio Casale

01 de febrero de 2010 - 09:02 p. m.

La emoción del campeonato que vuelve, el olor del estadio, los hinchas entrando al escenario con el corazón latiendo más fuerte, la salida del equipo amado, la expectativa por el uniforme de 2010, conocer a los refuerzos nuevos y verlos jugar. Son cosas que sólo quienes amamos de verdad el fútbol las entendemos. El comienzo de un nuevo campeonato es para el hincha como el juguete nuevo para el niño, el mismo que se ganó después de un largo período de castigo.

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Cuando la explosión de papelitos en el viento se hizo presente acompañando al equipo amado en su regreso a la competición, se sintió el corazón como nuevo. Después, una jornada inolvidable para los seguidores de los equipos que ganaron como es el caso de Millonarios.

Porque el triunfo obtenido frente a Nacional, mas allá de lo táctico y estratégico, fue alcanzado con sacrificio, amor propio y ganas de hacer las cosas bien. Un triunfo que corresponde con el linaje de la historia, con lo que los aficionados esperan del equipo, nada mejor que una hinchada que ve correspondido su esfuerzo por la divisa.

Por supuesto nada se ha ganado, la crisis institucional no se supera con un triunfo frente a los verdes, los problemas económicos persisten y las soluciones no aparecen. Vendrán derrotas, empates y victorias. Tendremos que hacer análisis más profundos sobre el funcionamiento del equipo, seguiremos esperando que aparezcan los jugadores de las divisiones inferiores que tanto nos han prometido y que son, en últimas, la única esperanza de un futuro mejor. Pero reconforta saber que en el fútbol, como en la vida, aún lo imposible se puede alcanzar, el aparentemente débil todavía le puede ganar al poderoso y a la fuerza del corazón nada ni nadie la podrá superar.

Mientras tanto, seguidores de otros equipos sintieron alegrías semejantes o frustraciones incontrolables, pues nada peor para un corazón solo que caer en la primera batalla después de otra guerra perdida. Lo cierto es que esto hasta ahora comienza y el fútbol cada ocho días ofrece revancha. Por lo pronto, hay que aceptar que la manera de hacer presencia del nuevo patrocinador le ha devuelto jerarquía e importancia al torneo local, que la mayoría de equipos se pusieron al día en sus deudas y que, aunque falta mucho por mejorar, el torneo colombiano parece tener otra cara.

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Ojalá estemos empezando a recorrer el camino correcto. ¡Qué alegría, volvió el fútbol!

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