La imagen de Duque y su estrategia

En las últimas semanas el gobierno de Iván Duque tomó varias decisiones. Por ejemplo, a pesar del escándalo de Jennifer Arias, la representante a la Cámara por el Centro Democrático del departamento del Meta que tiene un hermano condenado por narcotráfico, un papa condenado por homicidio y un tipo de lobby no aclarado con empresas de aviación involucradas en investigaciones por narcotráfico, fue nombrada presidente de la Cámara de Representantes. Igual pasó en el Senado de la República, allí fue nombrado el conservador Juan Diego Gómez, salpicado en un escándalo de corrupción en Antioquia. Los cuestionados Villamizar o el Gato Volador, Laureano Acuña, también se quedaron en posiciones importantes en el Congreso. Es increíble cómo nombraron esas personas.

Además de lo anterior, el presidente Duque ferió el país de una forma increíble. Cambio Radical se quedó con cuatro ministerios: Ruiz en Salud, Lombana en Comercio, Abudinen en Mintic y, ahora, les entregan el Ministerio del Deporte. Lo demás fue entregado a los conservadores, quienes son los que más burocracia tienen, y al Centro Democrático. La pregunta en este punto es por qué el presidente Duque y el partido Centro Democrático feriaron el país de esta forma sabiendo la crisis de popularidad que viven. La respuesta es que el partido de gobierno y la Presidencia saben que perdieron a la opinión púbica y que, por ende, la única forma de sobrevivir a las próximas elecciones es provocando la unidad entre grandes sectores de la vieja clase política.

La encuesta de Invamer en este asunto es sencillamente reveladora. La desaprobación del presidente está en 67% y su aprobación por debajo del 30%. De hecho, en la capital colombiana la aprobación del presidente es del 10% y su desaprobación del 86%. Una comparación interesante es que a nivel nacional la imagen favorable del Eln es del 4% y su desfavorable es del 87%. Esto significa que la desaprobación del presidente Duque en Bogotá es igual a la imagen desfavorable del Eln a nivel nacional.

En todo caso, la entrega del país a las maquinarias políticas y el abandono de la opinión pública que ha hecho Duque le ha traído cierta estabilidad en el Congreso y a nivel político, pero lo ha seguido castigando en la imagen y, difícilmente, la realidad actual cambiará en los próximos meses. La jugada del gobierno es arriesgada, puede traer un descalabro en las próximas elecciones, pero en el corto plazo le garantiza estabilidad al presidente.

Obviamente, esta estrategia clientelista se mezcla con otras dos estrategias. Por un lado, la de la satanización de la protesta y la oposición. La palabra que utilizará el partido de gobierno es la de comunismo, abandonando la de castrochavismo. En segundo lugar, una estrategia de clientelismo social, entregando subsidios como Ingreso solidario, etc., entre otros.

Mientras el gobierno diseña está estrategia, con la esperanza que les funcione, la oposición se encuentra en una situación de canibalismo increíble y, si bien nunca antes estuvieron las fuerzas alternativas tan cerca del poder, también es cierto que están cometiendo todos los errores para perder.