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Gritos decoloniales e ignorancia blanca

Arlene B. Tickner
13 de octubre de 2021 - 05:05 a. m.

El imperativo de examinar críticamente las narrativas dominantes acerca de la colonización va cobrando fuerza creciente.

Opinión
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Foto: El Espectador

Aunque la celebración oficial del día de la hispanidad suele eclipsar las protestas en España a raíz del legado histórico de Colón y la conmemoración del mal llamado “descubrimiento” como fiesta nacional, tanto allí como en las Américas el imperativo de examinar críticamente las narrativas dominantes acerca de la colonización va cobrando fuerza creciente. El perdón papal ante las solicitudes de López Obrador de que la Iglesia reconozca los abusos cometidos en México durante la conquista, así como la adopción formal por parte de Biden del día de los pueblos indígenas en Estados Unidos, en reconocimiento de sus contribuciones y de la discriminación, asimilación y genocidio a los que fueron (y siguen siendo) sometidos, constituyen tan solo dos ejemplos.

No obstante, la leyenda “rosa” que España ha promovido desde hace décadas, por no decir siglos, también ha sido interiorizada y promovida enérgicamente por las elites latinoamericanas, incluyendo novelistas de la importancia de Vargas Llosa. En efecto, apelaciones a la hispanidad como símbolo de la herencia cultural y lingüística común o al mestizaje como prueba de la inexistencia del racismo en el continente americano, se empecinan en representar la versión española del imperialismo como algo positiva. Se trata de una expresión palpable de lo que el filósofo jamaiquino Charles W. Mills ha descrito como una “epistemología de la ignorancia”, que opera principalmente para invisibilizar el arraigo profundo de los privilegios blancos y en nuestro contexto, criollos en las injusticias y violencias practicadas contra las comunidades no blancas. La insistencia en las bondades del “encuentro” y de la traída de la civilización española-europea a las Américas, así como la negativa a reconocer cómo las prácticas de dominación colonial continúan en el presente mediante distintas formas de discriminación y despojo, son dos resultados interrelacionados de esta forma particular de ignorancia.

Actos simbólicos como la “travesía por la vida” o la “conquista a la inversa” de un grupo de zapatistas con miras a intercambiar ideas en distintos países europeos sobre los legados del colonialismo y el capitalismo, o el derribo paulatino de monumentos que celebran a esclavistas y colonizadores, obligan justamente a reanalizar el pasado desde las perspectivas de quienes han sido las principales víctimas del olvido intencional descrito por Mills. Lejos de borrar o vandalizar la memoria, como han sugerido políticos, intelectuales, periodistas y otros -- justamente desde los lugares privilegiados que ocupan en la sociedad -- lo que buscan es descolonizar y reescribirla en términos sensibles a dichas experiencias. Como mínimo, gritos decoloniales como estos invitan a reflexionar sobre las implicaciones para el presente de construir y revindicar patrimonios históricos que legitiman distintas formas de opresión racializada.

Más allá de las cuestiones de justicia y reparación parciales -- que son indispensables atender -- múltiples organismos mundiales han reconocido en las cosmovivencias de los pueblos originarios lecciones cruciales para el cuidado de la naturaleza. Dado que los territorios indígenas albergan hasta un 80 % de la biodiversidad del planeta y siendo estos agentes cruciales de la conservación por sus formas de entender nuestra interconexión y codependencia con el cosmos, una manera proactiva de combatir la ignorancia blanca consistiría en reconocerlos no solo como víctimas sino como interlocutores decisivos en los debates globales sobre cambio climático y otros problemas relacionados con la madre tierra.

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Hernando(roc6d)13 de octubre de 2021 - 11:19 p. m.
Las motivaciones del Proyecto de Indias colombino fueron el afán desmesurado de obtener territorio con aspiraciones dinásticas, la avidez de oro y el tráfico de esclavos.
Igor(19369)14 de octubre de 2021 - 02:07 a. m.
Negar nuestra hispanidad es negar nuestra esencia. Somos mestizos de raza, pero hispanos culturalmente hablando. Es más, los chibchas fueron vencidos por 133 españoles y cuando se repasan sus apellidos parece la lista de cualquiera de nuestras escuelas. Absolutamente todos los colombianos tenemos uno de ellos, menos el Tickner claro. Ver Historia de Colombia, del Coronel Acosta.
  • Eduardo(52171)22 de octubre de 2021 - 12:24 p. m.
    No se niega nuestra hispanidad, se cuestiona la forma en que se consiguió. Se censura el desconocimiento de ello. Que tengamos apellidos españoles o europeos solo es una confirmación de lo sucedido.
CarlosUribe(33105)13 de octubre de 2021 - 07:08 p. m.
Un desnutrido sacrificado y en paños menores (que jamás existió), los genes de bandidos y un idioma, que aunque lo hablen millones de personas, está lejos de la perfección de otros menos usados, es el nefasto legado de ese asqueroso pueblo de ladrones y curas.
  • Hernando(roc6d)13 de octubre de 2021 - 11:30 p. m.
    Los españoles que llegan hoy a América no son mejores que los que llegaron con el esclavista Colón, pero peores fueron los blancos de la tierra que echaron a los peninsulares. Margarit y Boyl no fueron tan malos.
  • Felipe(94028)13 de octubre de 2021 - 10:23 p. m.
    Ahora va a resultar que los genes españoles son sólo para lo malo y los genes indígenas sólo para lo bueno. Sólo los nazis pensaban que la selección genética construía naciones. Si cambiaron unas supersticiones por otras y nosotros proyectamos nuestras frustraciones en ello, fomentando el odio a los españoles de hoy, mejor ir al psiquiatra.
Alberto(3788)14 de octubre de 2021 - 12:53 a. m.
Excelente.
Hernando(roc6d)13 de octubre de 2021 - 11:46 p. m.
Se habla del cristianismo como mayor legado de España. Twain decía que donde hay jabón, no pega, porque si se frota fuerte se larga como sucio.
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