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La política exterior hecha trizas

Arlene B. Tickner
25 de mayo de 2022 - 05:01 a. m.

Ideologizada, errática y tormentosa son tan solo algunos de los calificativos que se han usado para describir la política exterior de Iván Duque. Si bien los asuntos internacionales suelen pasar de agache dentro del debate público en Colombia, los incontables pasos en falso y abusos politiqueros de este Gobierno en materia de diplomacia han sido motivo de atípica crítica. Duque ha sido increpado por distintos actores extranjeros por su falta de compromiso con la paz, su incapacidad para enfrentar el asesinato de lideres sociales y desmovilizados, y su inercia ante la violencia policial. Por ineptitud o imprudencia, el mandatario y otros integrantes de su gabinete, como el ministro de Defensa, han graduado de enemigos y amenazas a países como Cuba, Irán, Nicaragua, Rusia y Venezuela, mientras que las relaciones positivas que se habían cultivado con diversos organismos gubernamentales y ONG de derechos humanos se han agriado. Además de dejar la imagen internacional de Colombia en el piso y de revivir la idea de que somos un “país problema” luego de habernos posicionado como “ejemplo a seguir”, el liderazgo regional ganado en el pasado también se ha evaporado.

Sin duda, uno de los fracasos más sensibles del cuatrienio tiene que ver con Venezuela. En entrevista en El País, María Ángela Holguín ofrece una lectura aguda sobre la inutilidad del cerco diplomático no solo en cuanto al cambio de régimen, sino en términos de las implicaciones nefastas de no tener comunicación binacional para la frontera, sus habitantes y las personas que la cruzan diariamente. La excanciller recuerda que no estar de acuerdo e incluso no reconocer a otro gobierno no equivale jamás a no tener que hablar. No en vano, tres de los candidatos que lideran en las encuestas presidenciales, con excepción de Federico Gutiérrez, consideran imperativo restablecer relaciones consulares, diplomáticas y comerciales con Venezuela, aunque es difícil entender cómo Rodolfo Hernandez piensa reconciliar este objetivo con la eliminación del servicio exterior profesional.

La complejidad del caso venezolano no termina allí, sino que involucra también a Estados Unidos. A diferencia de Holguín y de Juan Manuel Santos, quienes hicieron uso estratégico del acercamiento a Caracas y del mejoramiento de las relaciones colombo-cubanas para satisfacer intereses nacionales propios, comenzando por la paz y para ganar márgenes de maniobra frente a Washington, Duque intentó sin éxito apalancar la sumisión ante Trump y el repudio compartido de ambos gobiernos para posicionarse frente a Maduro, algo similar a lo que ensaya hoy con Rusia y la guerra en Ucrania. Ahora que la Casa Blanca ha dado pasos hacia el alivio de las sanciones y la normalización con los dos países latinoamericanos, comienzan a verse los costos adicionales para Colombia de la política actual, los cuales no se compensan con nuestro reconocimiento como aliado estratégico no miembro de la OTAN ni la pomposa celebración oficial de los 200 años de relaciones bilaterales en la capital estadounidense.

En resumidas cuentas, quien asuma como el próximo presidente el 7 de agosto no solo va a recibir un país, sino una política exterior hecha trizas. De ahí la importancia de detallar las propuestas (o su ausencia) que se evidencian en las distintas campañas.

 

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