No nos habíamos recuperado del impacto de las horribles matanzas, masacres, desplazamientos y confinamientos impuestos por el ELN en el Catatumbo, cuando el país se enteró que a las 3:40 a. m. del domingo pasado, el amanecido presidente Petro había desencadenado otra crisis, esta vez con Estados Unidos, la misma que solo pudo solucionarse horas después con la humillación y claudicación del Gobierno colombiano ante las exigencias de Donald Trump sobre la deportación de cientos de colombianos. Superado ese penoso incidente, el país tuvo que volver a ocuparse de la realidad del Catatumbo y las relaciones con Venezuela.
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