Es usual que, en épocas de estancamiento económico, incertidumbre y gran descontento con los gobiernos, los partidos y los candidatos de oposición tiendan a ganar las elecciones.
Un caso especial fue el que ocurrió en Ecuador el pasado domingo, donde Daniel Noboa, una persona con apenas 35 años, derrotó a Luisa González, la gran favorita hasta hace unas semanas, la candidata del prófugo expresidente Rafael Correa. El factor determinante para el ascenso de Noboa, sin duda, fue el asesinato del candidato Fernando Villavicencio que hizo que la gente, masivamente, eligiera a un presidente renovador, alejado de la polarización, quien se presentó como una verdadera alternativa al correísmo, un movimiento asociado a la corrupción, blanco de los ataques del líder sacrificado a manos de la mafia.
Hoy se realiza la primera vuelta de la elección presidencial en Argentina, un evento que transcurre en medio de una dramática situación económica: una inflación al alza –ya supera el 140 % anual–, una devaluación de más del 100 % en los últimos meses y una pobreza que ya flagela a más del 40 % de la población. Como un mensaje de rechazo al gobierno, las encuestas indican que lo más seguro es que Javier Milei (un candidato libertario, partidario de la dolarización y la imposición radical del orden fiscal) pase a segunda vuelta, al tiempo que el otro puesto en el balotaje lo disputan Sergio Massa, ministro de Hacienda, al frente del oficialismo y el peronismo, quien ha usado masivamente el gasto público y los subsidios para tratar de favorecer sus posibilidades, y Patricia Bullrich, una candidata moderada de centro derecha. Como seguramente habrá que esperar los resultados de la segunda vuelta para conocer al ganador, durante varias semanas aumentarán la incertidumbre y la especulación en los mercados, factores que seguirán acentuando la descomposición de la economía, un hecho que dificultará aún más la necesaria estabilización que tendrá que realizarse después de las elecciones.
En los comicios regionales de Colombia, de acuerdo con prácticamente todas las encuestas, los candidatos del gobierno y del Pacto Histórico serán derrotados en la gran mayoría de ciudades y departamentos. En el caso de las principales alcaldías, los más probables ganadores serían Carlos Fernando Galán en Bogotá, Fico Gutiérrez en Medellín, Alejandro Char en Barranquilla y, probablemente, Alejandro Eder en Cali. Aparte de las condiciones personales, la preparación y los programas de estos candidatos, su victoria está siendo empujada por el desprestigio del gobierno, la percepción de creciente inseguridad en el campo y las ciudades y la incertidumbre sobre el rumbo del país. El presidente ha aceptado el reto electoral, especialmente en el caso de Bogotá, donde la maquinaria y actividades públicas del gobierno se han dirigido a impulsar a su candidato, Gustavo Bolívar. Ante el previsible revés electoral para el presidente, el país estará pendiente de la reacción de un mandatario rechazado en las urnas que, en el mejor de los casos, podría optar por corregir el rumbo y buscar la moderación y la concertación o, como ha hecho hasta ahora cuando enfrenta dificultades, profundizar la polarización y la radicalización, al tiempo que, solo de labios para afuera, propone un evasivo y vacío Acuerdo Nacional.