Claudia Goldin*, premio nobel de economía de 2023, ofreció recientemente una sugestiva explicación a la caída de la tasa de fertilidad que ya se observa en la mayoría de los países del mundo y que constituye un motivo de preocupación de los gobiernos (por tasa de fertilidad se entiende el número de hijos que tiene cada mujer en su vida fértil). Si esta tasa es inferior a 2,1, la población desciende en forma continua, un fenómeno que hoy se aprecia en más de la mitad de los 193 países del planeta. Y, como en Colombia esta tasa es de 1,6, en pocos años la población de nuestro país también estará disminuyendo.
La reducción de la fertilidad de las últimas décadas está asociada a la autonomía que, en buena hora, han obtenido las mujeres sobre decisiones clave de su vida y, en particular, sobre la maternidad, su acceso a la educación, el atraso en la edad del matrimonio, su creciente vinculación al mercado del trabajo y las normas que garantizan sus derechos para decidir sobre su salud reproductiva. Todo esto, por supuesto, se ha potenciado por la difusión de los anticonceptivos, especialmente las píldoras y el derecho al aborto.
Goldin señala que existe otro factor que explica la reducción reciente de las tasas de fertilidad. Se trata de la divergencia, el conflicto, entre las actitudes y las decisiones de los hombres y las mujeres con respecto al cuidado de los niños. La autora insiste en que, en este contexto, las mujeres deciden tener hijos solo si reciben de sus parejas la seguridad y el compromiso de que colaborarán efectivamente en la crianza de los menores, de tal forma que ellas puedan seguir recibiendo ingresos y progresando en su vida laboral. Si por las actitudes tradicionales de los hombres, de origen patriarcal, ellas no cuentan con esta garantía, posponen la maternidad o, simplemente, no tienen hijos.
Un fenómeno semejante, dice Goldin, ha sucedido en países que han tenido recientemente un rápido crecimiento económico, donde también han ocurrido notables migraciones del campo a la ciudad. En estos ambientes de modernización acelerada, los hombres, beneficiarios de las tradiciones heredadas de sus padres, tienden a mantener las costumbres que los favorecen, se desentienden y no colaboran en el cuidado de los niños. Ante esta realidad, las mujeres, verdaderos agentes del cambio, en conflicto con los hombres, confrontan sus decisiones sobre la maternidad con sus planes de elevar sus ingresos, educarse y tener carreras profesionales. Como la gran mayoría actúa en consecuencia con sus intereses, en sus países se desploman las tasas de fertilidad. En palabras de Goldin: “Sin una reducción de sus tareas en el hogar, las mujeres renuncian a la maternidad para permitir su acceso al trabajo”.
A la luz de estas tesis, están llamados a fracasar los programas que tratan de impedir la caída de la población con estímulos para aumentar el tamaño de las familias, basados en la religión, las ideologías tradicionales o los subsidios en proporción al número de hijos. La autora señala que los nacimientos solo aumentarán cuando los hombres colaboren en forma masiva y generalizada en el hogar para que las mujeres puedan educarse, trabajar y desarrollar sus potencialidades. De otra forma, seguirá cayendo la población.
* Claudia Goldin (2025) “The Downside of Fertility”. NBER Working Papers, 34268, Octubre.