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La U invertida

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Armando Montenegro
21 de diciembre de 2008 - 03:00 a. m.
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SUBEN COMO PALMA Y CAEN COMO coco. O, más bien, como las pesadas balas de cañón que, después de su ruidoso disparo, ascendían hacia el cielo y luego, unos metros más adelante, se estrellaban contra la tierra. Como las Ues invertidas que comienzan y terminan en el piso, en 2009 numerosas variables de la economía van a tener valores semejantes a los de 2002.

Uno de los casos más claros es el del crecimiento económico. Después de haber registrado un 1,9% en 2002, subió a 6,8% y 8,2% en 2006 y 2007, respectivamente. En 2008 caerá a cerca de 3,5% y difícilmente superará el 2% en 2009.

Las encuestas de Fedesarrollo que miden las condiciones sociales y políticas para la inversión —verdaderos indicadores líderes del proceso de acumulación de capital— también muestran una trayectoria en forma de U invertida. Después de 2002, cuando todavía se hallaban deprimidas a causa de la crisis del país, estas condiciones tuvieron una gran mejoría, que llegó a su tope en 2007, y ya están de regreso a los niveles de 2002.

Y el desempleo, de cifras de 12%-13% en 2002 y 2003, cayó sostenidamente, hasta cerca de 10% en 2008; pero, con la reducción del crecimiento va a subir, otra vez, hacia los números de 2002. Esta variable sigue la trayectoria de una U (baja primero y sube después). El gran llamado de atención en esta materia consiste en que ni con crecimientos del PIB del orden del 8% se pudo volver a tener cifras de desocupación de un dígito. Hay un gravísimo problema laboral en Colombia que algún gobierno del futuro va a tener que encarar.

La culpa de estos desplomes simultáneos, por supuesto, no la tienen las autoridades de Colombia. Estados Unidos y Europa están sufriendo una de las mayores crisis después de la Gran Depresión que, poco a poco, se ha ido propagando por todo el planeta.

Las autoridades colombianas, en buena medida, tampoco tuvieron la culpa de la fase ascendente del ciclo en 2002. También ese fue un hecho mundial. Se presentó una expansión internacional casi sin precedentes, que empujó prácticamente a todos los países del globo. Colombia y la mayoría del resto de América Latina se beneficiaron de este fenómeno.

Lo que sí fue una consecuencia de la política estatal fue el fuerte incremento de la confianza, resultado de la mayor seguridad, un hecho que permitió que se aprovechara el viento de cola que impulsaba la economía colombiana (dicho de otra manera, sin el incremento de la seguridad se habría perdido la oportunidad de aprovechar el boom internacional).

De todas formas, hay varias cosas en las que Colombia está mejor que en 2002. Los elementos fundamentales de la economía son ahora mucho más sólidos que en ese año. No sólo en materia de seguridad y confianza, sino en los niveles de las reservas internacionales, la inflación e, incluso, en diversos asuntos fiscales (a pesar de que subsisten problemas severos).

Una vez el país comprenda que, otra vez, estará padeciendo del estancamiento y un desempleo creciente, será necesario revisar sus políticas de crecimiento económico. En ese momento deberán reexaminarse en detalle las políticas para construir infraestructura, mejorar el capital humano, fortalecer las instituciones y acentuar los equilibrios macroeconómicos. Esa será una oportunidad para replantear muchas cosas que se han descuidado en los pasados años de euforia y exceso de optimismo.

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