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¿Maduro madura?

Armando Montenegro
22 de mayo de 2022 - 05:30 a. m.

Poco a poco, pero de manera consistente, han aparecido en los últimos meses varias noticias que pueden indicar un viraje significativo en el manejo de la economía venezolana. Hablan de un cierto regreso a la economía de mercado y algún alejamiento de las barbaridades cometidas por el incompetente gobierno bolivariano, el mismo que llevó a la ruina a su país, sumió en la pobreza a más del 90 % de la población y expulsó a más de cuatro millones de personas al exilio.

Lo más interesante fue la divulgación de un programa de vinculación de capital privado a PDVSA, con el propósito de llevar su producción a los niveles que exhibía hasta el comienzo del régimen chavista –3,5 millones de barriles por día, cifra que en el peor momento llegó a 300.000 y que hoy asciende a cerca de 800.000–. Se anuncia la promoción de un plan de inversiones, asociaciones, contratos y distintos convenios con empresas externas a lo largo de la cadena productiva de petróleo. Se trata, sin duda, del reconocimiento de que, sin recursos de capital, know-how y gerencia competente, no se puede recuperar un sector que fue miserablemente arruinado por el régimen chavista.

Por otra parte, El País de España publicó una investigación que muestra que Maduro se apresta a devolver a sus dueños legítimos una serie de negocios que fueron arbitrariamente expropiados en la fase más aguda del chavismo, en los dos años anteriores a la muerte del caudillo. Se trata de fincas (algunas de miles de hectáreas), cadenas de hoteles, centros comerciales y algunos negocios relacionados con el petróleo. El diario informa que los propietarios recibirán esos activos, hoy quebrados en manos de ineptos burócratas, sin ninguna indemnización por parte del gobierno.

Pero eso no es todo. Hace solo una semana se anunció que el gobierno planea vender en el mercado público hasta el 10 % de una serie de empresas estatales, entre las que se cuentan CANTV, Movinet y varias entidades que prestan servicios públicos.

Sumada a estas noticias, se percibe cierta mejoría en las cifras macroeconómicas. El PIB va a tener algún crecimiento en 2022, después de varios años de una prolongada contracción. La inflación ya no es del 20.000 %, sino solo del orden del 200 %, todavía una pésima cifra pero que otorga algún respiro a los venezolanos. Además, el brutal deterioro de la moneda indujo un cambio importante: la economía chavista se dolarizó. Benjamín Franklin reemplazó en los billetes al depreciado Simón Bolívar, con la complacencia del gobierno de Maduro, hasta el punto de que hoy el 65 % de las transacciones se realizan con la moneda norteamericana.

A todo lo anterior se suma la información de que, a partir del estallido de la guerra en Ucrania, están dialogando los gobiernos de Maduro y de Biden para reanudar la venta de crudo venezolano a Estados Unidos y suspender algunas de las sanciones que los gringos habían impuesto a la cúpula bolivariana.

Un positivo subproducto del viraje que se está dando en Venezuela podría ser la modernización de los planteamientos y propuestas de los entusiastas partidarios del régimen chavista en varios países de América Latina, de tal forma que, por fin, dejen de impulsar las mismas políticas de las cuales hoy Maduro reniega, seguramente después de comprender la magnitud de sus errores y el sufrimiento que les han causado a millones de personas.

 

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