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Más corrupción en Colombia

Armando Montenegro
08 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

Se acaba de publicar el informe de percepción de corrupción de Transparencia Internacional correspondiente a 2012. Colombia ocupó allí el puesto 94 entre 174 países. No sólo apareció entre los corruptos de América Latina, cerca de Argentina y México, sino que superó a países reconocidos por sus problemas en esta materia, como China y Zambia.

En medio de las ruidosas informaciones del caso Interbolsa y la muerte del arquero Calero, la prensa registró en tono menor el hecho de que Colombia había mostrado una desmejora de 14 posiciones con respecto a los resultados de 2011. No cabe duda de que los ecos de los sonados escándalos de la contratación de Bogotá, los carruseles de pensiones, los desfalcos de la salud y la podredumbre de Estupefacientes, entre otros, ya se escuchan más allá de las fronteras, a través de las encuestas y sondeos entre empresarios y expertos que realiza Transparencia Internacional para confeccionar su famoso informe anual.

Cuando se mira la historia de estos informes de Transparencia Internacional a lo largo de los últimos 15 años, se observa que la situación actual de Colombia es bastante peor de la que sugiere la simple comparación de los reportes de 2011 y 2012. Nuestro país viene registrando una desmejora progresiva en los informes de corrupción desde hace, por lo menos, siete años. En 2005, por ejemplo, Colombia ocupó el puesto 55 entre 155 países. Y desde entonces, año tras año, el país ha perdido 39 posiciones.

Debido a problemas metodológicos, es difícil analizar los resultados de los índices de Colombia en los años anteriores a 2005. En esa época, los índices de Transparencia Internacional se calculaban para un número reducido de países y por medio de metodologías más simples. Por esta razón, los datos de esos años no son comparables con los de hoy.

Más allá de los problemas metodológicos, es claro que el país tenía una horrible situación de corrupción a finales de los noventa, que fue mejorando en los primeros años de la década siguiente. En 1997, Colombia, en medio de sus legendarios escándalos políticos, fue considerado el tercer país más corrupto, medalla de bronce, entre los 52 países que eran objeto del estudio de Transparencia Internacional (con innegable exageración, un conocido reporte de esos años hablaba de que Colombia se había convertido en una cleptocracia). De ahí en adelante la situación mejoró. Y en 2003, en el estudio de Transparencia que ya abarcaba a 133 países, Colombia ocupó el puesto 59, cerca de la mitad de la tabla.

Como se dijo atrás, desde mediados de la década pasada, atizada por una serie de escándalos, la percepción de corrupción, de nuevo, está aumentando. Llama la atención que este deterioro se ha presentado en forma simultánea con algunas iniciativas dirigidas a detener este fenómeno. Al comienzo de este gobierno, como reacción a corruptelas de años anteriores, se sancionó una Ley Anticorrupción. Y durante estos años, las entidades de control se han mostrado especialmente activas frente a los funcionarios vigilados y, sobre todo, los medios de comunicación. Es claro que todo esto ha sido insuficiente y se requieren nuevos esfuerzos. De otra forma, se seguirá consolidando la percepción de que Colombia es un país que, al igual que lo que sucedía hace más de 15 años, está perdiendo el combate contra la corrupción.

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