Siguiendo el ejemplo de AMLO, en el Gobierno del presidente Petro se están ampliando de manera significativa las labores empresariales de las fuerzas militares, que realizan en forma creciente algunas actividades productivas tradicionalmente desempeñadas por los civiles.
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La experiencia de México muestra que, con un ánimo estatista, esta incursión de los militares apunta a impedir que firmas privadas construyan y administren importantes obras de infraestructura. Y, en materia de estrategia política, se trata, además, de crear vínculos de lealtad y cercanía, cementados con el manejo de grandes presupuestos y jugosos negocios, entre los militares involucrados y un gobierno que se denomina progresista.
Varios ejemplos ilustran el crecimiento de las actividades empresariales de los militares en Colombia.
(i) El Gobierno ha anunciado que tiene el objetivo de ampliar en forma importante la cobertura de los vuelos de Satena, no solo a zonas apartadas del territorio nacional –la función tradicional de esta empresa–, sino a destinos en Venezuela y Ecuador, entre los cuales se destacan las rutas a Valencia que promocionan el turismo en Venezuela. En forma paralela, se reporta el aumento de su flota de aeronaves, con la compra de 8 nuevos aviones de 19 pasajeros, con inversiones por US$80 millones.
(ii) Por otra parte, el documento Conpes sobre la reindustrialización del país incluye entre sus cuatro grandes apuestas estratégicas, un capítulo denominado “Reindustrialización a partir del sector defensa y de la vida”, tarea que deberán cumplir las “unidades productivas” de las fuerzas militares, entre ellas los astilleros, la industria aeroespacial y otras actividades controladas por los uniformados; se destaca allí la fabricación de drones. Y, entre las nuevas obligaciones de los militares, está la de realizar en 2024 un estudio de un proyecto de construcción de una planta de nitrato de amonio para la producción de fertilizantes que será puesto en marcha por Indumil.
(iii) En los meses recientes, se registra también una creciente participación de los militares en la construcción de infraestructura de transporte. De la función tradicional de los ingenieros militares de construir algunas carreteras, puentes y otras obras en zonas apartadas, ahora se trata de vincularlos a la construcción de troncales principales. En esta materia, llama la atención que, a pesar de que los ingenieros militares colombianos nunca han instalado una sola línea férrea, el presidente Petro les ordenó construir el tren entre Villavicencio y Puerto Gaitán, al parecer, un proyecto ideado a imagen y semejanza del tren Maya que pusieron en marcha los militares mexicanos para complacer un capricho de su mandatario.
Al igual que en México, un país que sufre de una creciente ola de violencia e inseguridad por la acción de sus carteles de narcotráfico, sorprende el hecho de que en Colombia se vaya a distraer una parte considerable de los escasos recursos financieros y humanos de las fuerzas militares en actividades empresariales y la construcción de grandes obras, en lugar de procurar que se enfoquen en su función de proteger a los colombianos de las guerrillas, el crimen organizado y el narcotráfico, una tarea indispensable en momentos en que el país vive una verdadera emergencia por la inseguridad y violencia.