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Nuestra vorágine


Armando Montenegro
19 de mayo de 2024 - 05:05 a. m.

El centésimo aniversario de la publicación de La vorágine muestra, una vez más, la actualidad y la relevancia de esta obra, una de las grandes novelas colombianas. José Eustasio Rivera denunció en 1924 una serie de problemas que todavía gravitan sobre la vida del país en la tercera década del siglo XXI.

Rivera muestra cómo, a principios del siglo XX, el Estado colombiano no ejercía ningún tipo de presencia en buena parte de su geografía, especialmente en la periferia y sus zonas de frontera, un problema plenamente vigente hoy en día. A lo largo de las décadas, distintos grupos irregulares, con impunidad, han dominado amplios territorios y explotado millonarios negocios ilícitos, lejos del control de las fuerzas de seguridad y las normas jurídicas del país. La vorágine denuncia el gobierno de grandes regiones de Colombia por parte de los matones de la Casa Arana y de siniestros personajes como Funes y el Cayeno; más adelante, esa potestad fue de las FARC y hoy es del ELN, el Clan del Golfo o el llamado Estado Mayor.

Al despótico amparo de brutales negocios, estas zonas de Colombia se han conectado irregular pero eficazmente a la economía mundial para colocar valiosos productos en los mercados internacionales. Antes, en los días de La vorágine, se exportaba caucho para alimentar la fabricación de los automóviles; hoy se comercia con coca, oro, tungsteno, coltán y otros minerales en operaciones billonarias que hacen parte de una próspera economía ilícita.

La producción ilegal en los tiempos de La vorágine, al igual que la de nuestros días, se construyó y se sostuvo con violentos regímenes que explotaron, esclavizaron, torturaron y asesinaron a cientos, miles de personas. En La vorágine los caucheros mataban, mutilaban y encarcelaban a los gomeros, la mayoría de ellos indígenas; los esclavizaban por medio del terror y el régimen del endeude (les adelantaban, como préstamos, dinero, comida, vestido y otros bienes a precios elevados y recibían como pago caucho a precios ínfimos). En años recientes, en algunas de las mismas regiones, las FARC recrearon los abusos de Arana y otros caucheros reclutando menores, encarcelando a los secuestrados y realizando ejecuciones sumarias. En La vorágine secuestraron a Alicia y a Griselda; en el Caquetá, a Íngrid y a Clara en 2002, representantes de miles de víctimas anónimas de esos regímenes de terror.

Otro gran acierto de la obra de Rivera es su defensa del medio ambiente. La vorágine es, en realidad, una econovela que denunció la destrucción de las selvas y los recursos naturales, una obra que advirtió hace un siglo sobre los peligros que se ciernen sobre la Amazonía. En La vorágine los árboles sienten, se comunican y se vengan de los abusos de los humanos. En opinión de The Economist, el hecho de que, al final de la obra, la selva se hubiera tragado a Arturo Cova es una advertencia de los sufrimientos que padecerán los humanos si se siguen destruyendo los ecosistemas.

Finalmente, la obra de Rivera llama la atención sobre un problema que está lejos de resolverse en la actualidad: la necesaria vinculación de los territorios y las poblaciones del oriente colombiano a la economía y, en general, a la vida nacional, en forma legal, con seguridad física y jurídica, con inversión social y en infraestructura, siempre en armonía con el medio ambiente.

 

jose(60774)19 de mayo de 2024 - 11:56 p. m.
No menciona las AUC, ¿olvido?
Hincharojo(87476)19 de mayo de 2024 - 09:33 p. m.
Muy interesante comparación. Seguimos en la misma.
Bernardo(31155)19 de mayo de 2024 - 07:34 p. m.
El columnista ignoraría voluntariamente (y no habría derecho porque incurriría en petición de principio histórico), mencionar que la ÚNICA GRAN GUERRA criolla de nuestra vorágine fue vomitada desde los directorios Liberal y Conservador y desde los púlpitos católicos liderados por el HOY ¡¡¡beato!!! Exequiel (¡Qué digo!) Ezequiel Moreno). Por ello que una columna dedicada a nombrar violentos solamente a FARCOS Y ELENOS solamente, desdice gravemente de la sindéresis del economista Montenegro.
Augusto(05139)19 de mayo de 2024 - 06:54 p. m.
A Ingrid y Clara las secuestraron por imprudentes!!
Contrapunteo(18670)19 de mayo de 2024 - 05:32 p. m.
Ambos Montenegro, son unos neoliberales de m.... pero cotizan en Colpensiones... éste no establece comparación entre lo que pasó en esa época con todo lo que está pasando en la selva colombiana: deforestación y ocupación y entrega de baldíos a multimillonarios como Sarmiento, Los López, etc. y tierra negociada por paramilitares como el asesino Carranza y a los Moreno a través de T y J. El paramilitarismo haciendo de las suyas a través de El Matarife AUV que ustedes admiran.
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