Publicidad

Pandemia tras pandemia

Armando Montenegro
04 de diciembre de 2022 - 05:30 a. m.

En los últimos días están ocurriendo fenómenos semejantes y sincronizados en muchos países. Primero fueron la pandemia del COVID y las políticas expansivas para contrarrestar sus efectos recesivos. Luego, con la fuerte recuperación de 2021, surgieron problemas de oferta y demanda y se desató una epidemia de inflación. Y ahora que la inflación ya está dando algunas señales de ceder, gracias a las altas tasas de interés impuestas por los bancos centrales, se aproxima una ola de bajo crecimiento generalizado.

La inflación ya comenzó a caer en numerosas latitudes. El FMI predice que la inflación mundial bajará del 8,8 % en 2022 al 6,5 % en 2023. En el último reporte, la de Estados Unidos se situó en un 7,7 %, por debajo del máximo del 8,1 %. En Brasil ya está en el 6,5 %, lejos del pico del 13,5 %. En Chile ya ha caído durante dos meses, aunque sigue elevada. En Perú y México también está bajando. En Europa, al lado del epicentro del problema de Ucrania, sigue alta, pero también parece haber llegado a su máximo.

La reducción de la inflación es una consecuencia del frenazo monetario impuesto para contener el alza de los precios. La expansión del PIB mundial pasará del 8,8 % en 2022 –en plena recuperación después de la pandemia—a sólo un 2,7 % en 2023. Es notable que China, que fue el motor de la economía mundial durante mucho tiempo, todavía lidiando con el COVID, solo crecerá un 3,2 % en este año y un 4,4 % en 2024. El FMI proyecta que Estados Unidos y Europa crecerán un 1,0 % y un 0,5 % en 2023, respectivamente. La economía de América Latina también tendrá un mal año en 2023, pues su PIB se expandirá en apenas un 1,7 %.

En Colombia han sucedido los mismos fenómenos de otras latitudes –COVID, recesión, recuperación, alza de tasas y brinco inflacionario–, pero con una diferencia. La recuperación de la economía en el bienio 2021-2022 fue mucho más fuerte y, en consecuencia, el fenómeno inflacionario también más acentuado que en numerosos países, especialmente los de América Latina. Además del alza de los precios de importación, nuestro problema inflacionario se debe, en buena parte, al desborde de la demanda doméstica impulsada por los estímulos monetarios y fiscales.

Aunque en otros países ya comenzó el estancamiento, en Colombia este fenómeno tomará forma en 2023. El Banco de la República proyecta que el PIB solo crecerá un 0,5 % el próximo año. Este será el resultado de la política antiinflacionaria, el estancamiento de nuestros socios comerciales, la mayor presión tributaria y la menor inversión privada, fruto del clima de incertidumbre sobre las políticas públicas.

Otro fenómeno que ocurrirá simultáneamente en muchos países será la lenta reducción de la inflación, a pesar del menor crecimiento económico. En nuestro medio, esta será la consecuencia de las expectativas, la indexación, atizada por el aumento del salario mínimo, el incremento (aunque lento) de los precios de los combustibles y la trasmisión de la devaluación a los precios domésticos. Los distintos estimativos muestran que la inflación colombiana al final de 2023 estará entre un 7 % y un 8 %, todavía muy por encima de la meta del 3 %.

Por último, otro mal común en todo el mundo en 2023 seguirá siendo la gran incertidumbre sobre el curso de la guerra de Ucrania, las tensiones geopolíticas y los riesgos en los distintos mercados.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar