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En los años pasados, la facultad de Economía de la Universidad del Rosario llegó a constituirse en una de las mejores del país y, según los ranquines internacionales, estuvo entre las 10 primeras de América Latina. Este admirable progreso se está derrumbando.
El brillante y rápido ascenso de esa facultad fue un feliz experimento de excelencia que en su momento fue apoyado por la rectoría y la decanatura que, con algo de ambición y perspectiva, pudo extenderse a toda la universidad y replicarse en otros centros académicos del país.
La transformación de esta facultad comenzó con el esfuerzo y la visión de Manuel Ramírez (PhD, Yale University), así como con el apoyo del decano Hernán Jaramillo, y siguió adelante gracias al liderazgo de Juan Fernando Vargas (PhD, Londres), quien junto con un brillante grupo de profesores y alumnos hizo que su escuela, al lado de las de los Andes y la Nacional, llegara a ser líder de la investigación económica en Colombia.
Con su brillante nómina de 25 profesores con doctorado, nueve de ellos extranjeros, reclutados en el meritocrático mercado internacional de economistas (el conocido Job market), sometidos a reglas de ascenso basadas únicamente en sus publicaciones y su capacidad de enseñar e investigar, Vargas y sus compañeros pusieron a andar un prestigioso programa de doctorado y cuatro maestrías. Sus seminarios, publicaciones y aportes a la vida colombiana fueron reconocidos en el país y en el exterior. En la actualidad, decenas de sus alumnos adelantan con éxito estudios de doctorado en Europa y Estados Unidos.
Todo esto, al parecer, llegó a su fin. La crisis se desató porque las nuevas directivas desconocieron los protocolos de la academia y destruyeron el experimento. Despidieron a dos profesores extranjeros, con PhD, quienes, de acuerdo con sus publicaciones y su rendimiento, ya merecían el ascenso y, al mismo tiempo, trasladaron al Departamento de Economía a un docente de otra facultad, ignorando las reglas de la vinculación por mérito.
Tras la explosión se está produciendo una desbandada de los profesores. Vargas, líder de la facultad, y otros docentes han recibido ofertas del exterior. Algunos exploran oportunidades en las buenas universidades del país, y los restantes buscan destinos a la altura de sus capacidades y sus proyectos. Sin sus profesores, se desplomará la calidad del doctorado y las maestrías, si es que sobreviven. Los mejores alumnos también tendrán que encontrar un lugar apropiado donde desarrollar sus planes de estudio.
Esto no es todo. Con la mancha de lo sucedido y ya sin credibilidad, la Universidad del Rosario no podrá volver a contratar en el estructurado mercado internacional de economistas. Quedará desconectada de las redes de investigación e intercambio de experiencias con los centros académicos de otros países.
Ante estas noticias, los estudiantes y egresados de la facultad, así como más de 300 economistas del país y del exterior, han elevado cartas de protesta, pidiéndoles a las directivas que corrijan sus errores. Todo en vano.
Decenas de profesores y centenares de estudiantes verán frustradas sus carreras, sus sueños y sus proyectos de vida. Sin sus buenos profesores y estudiantes, la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario se sepultará en la mediocridad y el país habrá perdido un gran centro de estudio e investigación.