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El regreso de la historia

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Arturo Charria
28 de julio de 2022 - 05:00 a. m.
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A finales de 2017 fue aprobada la Ley 1874, que establece la enseñanza obligatoria de la historia de Colombia en las aulas del país. Esta no ordenaba la creación de una nueva cátedra, sino incluirla como “disciplina integrada en los lineamientos curriculares de las Ciencias Sociales”. La diferencia es grande y recoge un debate que inició a mediados de la década de 1980 cuando la Historia desapareció como asignatura independiente y se integró, junto a otras disciplinas, a las Ciencias Sociales. Además, la Ley plantea una noción de historia distinta a la que muchos tuvimos, pues más que acumular fechas y héroes, hace énfasis en la diversidad étnica y la memoria histórica.

Para poder aterrizar este debate a las aulas, la Ley estableció la creación de una Comisión Asesora, que comenzó en septiembre de 2019 y publicó sus resultados en abril de este año. Entre 2020 y 2021 dicha Comisión organizó 15 espacios públicos entre talleres y conversatorios. Adicionalmente, realizó una encuesta nacional en la que participaron 27.000 personas entre estudiantes, docentes, directivos, historiadores y acudientes.

El resultado de este proceso y los objetivos de la Ley llegan en un momento oportuno, pues, por un lado, el país está viviendo una serie de diálogos suscitados por el Informe Final de la Comisión de la Verdad y, por otro, la llegada del nuevo gobierno abre la posibilidad de incorporar estas discusiones en el Plan Nacional de Desarrollo. Enumero algunas de las recomendaciones de la Comisión Asesora:

  1. Pensar históricamente: un aprendizaje que no busque revelar verdades sobre el pasado, sino comprender las dimensiones sociales, políticas y económicas que hicieron posible un proceso histórico.
  2. Crear conciencia histórica: que los estudiantes se reconozcan como sujetos históricos. Que sean capaces de comprender que son el resultado de procesos sociales, pero también que están transformado la historia desde sus decisiones.
  3. Fomentar programas que permitan la formación docente y que les permitan actualizar sus comprensiones disciplinares, así como acceder a nuevas herramientas pedagógicas y didácticas.
  4. Fortalecer redes de docentes para el intercambio entre pares y con otras disciplinas. Generar encuentros locales, regionales y nacionales para impulsar este relacionamiento.
  5. La enseñanza de la historia no se agota en el ámbito escolar, también involucra a medios de comunicación, museos y familia. Por tanto, estas políticas deben pensarse para la sociedad, no solo para la escuela.

No se trata de refundar la disciplina, es repensar su lugar dentro de las Ciencias Sociales. Dejar de lado un debate que lleva casi cuarenta años y ha atravesado a varias generaciones de estudiantes, quienes han crecido con retazos de historia y alimentando odios heredados. Promover una enseñanza que busque el reconocimiento del otro, que entienda de manera amplia el sentido de una ciudadanía activa y que democratice los rostros de quienes componen nuestro relato nacional. Un ejemplo de este proceso es el ejercicio que se ha dado desde algunas universidades, llamado “Clase a la calle”, no solo por sacar la historia del ámbito académico, sino por llenar de calle la historia que se enseña en las aulas.

Puntilla. El alcalde de Cúcuta nombró en la gerencia del Terminal de Transporte al primo del cuestionado Miguel Peñaranda, director del Área Metropolitana. Demuestra que, como en El Padrino, los negocios están más seguros cuando quedan en familia.

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