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El silencio de la izquierda en Colombia ante la crisis en Venezuela no solo es cómplice, sino que deja entrever que no cuestiona las formas y los métodos usados por Maduro para sostenerse en el poder.
Durante décadas algunos representantes de la izquierda colombiana mostraron una actitud ambigua al momento de sancionar los crímenes de la guerrilla, incluso los más atroces. En el frenesí de nuestra guerra, cada sector político responsabilizaba al otro de ser el responsable de haber disparado la primera bala. Así, la política fue una extensión por la cual se legitimó, a través del silencio o del discurso, los hechos más dolorosos de nuestra historia.
Esta posición ambivalente, por parte de los dirigentes más visibles de nuestra izquierda, es la misma que están mostrando hoy ante los graves hechos de violación a los derechos humanos y la destrucción de las instituciones democráticas en Venezuela. Estas posiciones podrían agruparse en tres grupos: los que guardan silencio, los que legitiman el proceso electoral y los que afirman que en Colombia las cosas están peor.
En el primer grupo están Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda, Piedad Córdoba y Clara López. Robledo, candidato oficial del Polo para la Presidencia, mantiene la misma estrategia que usó durante el proceso de paz con las Farc: una tibia distancia. Iván Cepeda, uno de los congresistas más comprometidos con el proceso de paz con las Farc, solo trina y retrina sobre la implementación de los acuerdos. El senador, quien es uno de los voceros más importantes de las organizaciones de derechos humanos en Colombia ha preferido guardar silencio en esta oportunidad.
Sin embargo, el caso más interesante es el de Piedad Córdoba, pues ella ha manifestado en repetidas ocasiones que, de llegar a la Presidencia, seguiría el modelo chavista. Pero en los últimos días sus redes sociales solo la muestran recorriendo el país recogiendo firmas para impulsar su candidatura presidencial. Al igual que Robledo y Córdoba, a Clara López el ajetreo de la campaña presidencial no le da mucho tiempo para pronunciarse sobre la situación en Venezuela.
En el segundo grupo está Gustavo Petro, quien ha dicho que el pueblo venezolano, en ejercicio de su soberanía, votó masivamente la Constituyente. Durante todo el domingo se manifestó en Twitter a través de fotografías de los puestos de votación en donde se amontonaban personas. No le importó la violencia en las calles, los muertos y la ausencia total de veeduría en las elecciones. Tampoco le importó que al día siguiente los líderes de la oposición fueran sacados de su casa, en pijama y pasada la medianoche, por los organismos de inteligencia venezolana. Para el promotor de la Colombia Humana, estos hechos no son motivo de repudio y denuncia.
El tercer grupo está liderado por Ángela María Robledo. La representante a la Cámara por la Alianza Verde comparó los muertos de Venezuela con los que van en este año en Medellín: “En Venezuela 100 muertos en estos meses, en Medellín 300”. Más allá de cuestionar la comparación, pues no todo es susceptible de ser analizado bajo el mismo lente, su afirmación es temeraria, porque desconoce la situación venezolana y su impacto en Colombia, especialmente en las ciudades de frontera.
La posición de la izquierda en Colombia obedece al momento político del país, en donde cada quien dice o calla según sus intereses electorales. Sin embargo, al no manifestar una posición más contundente ante la situación en Venezuela, están aceptando la situación en el vecino país. Bien lo dijo hace poco el exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman: “Quienes justifican hoy a Maduro nos están diciendo que harían lo mismo”.
