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Señales análogas

Arturo Charria
23 de diciembre de 2021 - 05:05 a. m.

Soy de una generación que creció entre dos países. Me basta cerrar los ojos para estar del otro lado: acompañando a mis padres a hacer mercado o en una fila de carros que se movía lentamente a la espera del turno para tanquear gasolina. Quienes vivimos entre las décadas de los 80 y 90 en Cúcuta tenemos recuerdos compartidos que, más allá de ser generacionales, son transfronterizos.

Eran tiempos de señales análogas y los pocos canales de televisión colombianos que llegaban eran de baja calidad, como si se cansaran al pasar la cordillera oriental. Subir al techo para buscar la señal era parte de la infancia, pero quizá buscábamos los restos de un país que parecía agotarse en el filo de las montañas. Era más fácil girar la antena hacia el oriente para encontrar nítida la voz y la imagen que venía de Venezuela. Así fuimos incorporando palabras, gustos y canciones que llegaban de un lugar que parecía más cercano.

En el barrio jugábamos a representar propagandas que veíamos en televisión y no había una regla específica que nos indicara que debían ser de un país u otro. Entonces imitábamos en un mismo turno, sin que hubiera protestas, las propagandas de Quipitos, Chicles Motitas, Diablitos o Frescolita. Eran productos que estaban en la despensa y en la memoria de cualquier niño de la cuadra.

Lo mismo ocurría con los programas de los sábados por la mañana. Algunos veían Oki-Doki, se sabían sus canciones, tenían posters de Vainilla, Canela o Tomillo. Otros veíamos, en Venevisión, El club de los tigritos, deslumbrados con Wanda y Jalymar. Y cada noche de 1992 veíamos, en RCTV, Por estas calles, una telenovela con la que descubrimos que ese lugar de abundancia que era para nosotros Venezuela estaba atravesado por contradicciones sociales. Eran tiempos confusos, marcados por apagones en Colombia y por intentos de golpes de Estado al otro lado de la frontera.

A la señal análoga que nos recordaba lo lejos que estaba Colombia de Cúcuta se sumaba el esplendor de ciertos aparatos tecnológicos que se encontraban en San Antonio del Táchira. Muchos compramos allí nuestro primer reproductor de CD, en un edificio que importaba marcas japonesas que eran desconocidas para la mayoría de los colombianos y en las que nuestros padres ponían los éxitos de la Billos, que en Cúcuta tienen el impacto de un himno nacional.

Con el tiempo algunos nos fuimos a otras ciudades, pero la frontera, sus sabores y sonidos siempre estuvieron con nosotros. De vez en cuando llegaban encomiendas en cajas de cartón con pedazos de esa patria común que tenemos quienes crecimos entre Colombia y Venezuela. Bastaba probar un poco de ovomaltina para volver a sentir el calor de una infancia de recuerdos plurales.

Esa quizás es una de las pérdidas más grandes que tienen las nuevas generaciones en Cúcuta: la idea distorsionada de la frontera como un problema.

Puntilla. La presencialidad de estudiantes en 2022 no debe abordarse como una opción, sino como la vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes.

 

Igor(19369)25 de diciembre de 2021 - 03:11 p. m.
Para los venezolanos en los 70 y 80, Cúcuta era aquella sórdida ciudad de donde venía toda la corrupción y el delito que ingresaba a ese país. En 20 años todo cambió y ahora para los hermanos venecos, es la puerta de entrada a la libertad.
Lorenzo(2045)24 de diciembre de 2021 - 03:31 a. m.
La televisión criolla -la banalizada Inravisión- un "avance" de la civilización la trajo un militar. Un dictador puesto en el Ejecutivo por lo peor de las cepas godas: el cartel empresarial de la época, marianito para tumbar el régimen fascista de laureanito. El interregno de la infacia de la caja boba (1953-1957) preludió la alinacion del Frente Nacional y la esquizofrenia del 'enemigo interno'
  • Lorenzo(2045)24 de diciembre de 2021 - 03:43 a. m.
    ...y claro, Arturo, cómo diablos iban a pensar los parásitos de la casadenari en las lejanos bordes del pais. Lo primero que la desconectada poblacion vió (la "portentosa" antena satelital en Chocontá) más allá de sus fronteras fue el mundial Mexico-70 -en 1969 nos engrupieron con el alunizaje gringo made in Hollywood. La provincia, no solo Cúcuta, es parte del imaginario del corrupto centralismo.
PEDRO(90741)23 de diciembre de 2021 - 09:56 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 227 días para que termine este gobierno sin brújula. Colombia necesita unos dirigentes que la guíen por los caminos de progreso, igualdad, equidad y paz.
Atenas(06773)23 de diciembre de 2021 - 11:59 a. m.
De vez en cuando vienen bien las añoranzas, siguen siendo como los mojones o jalones (nada de eso de jalonar como tanto errónea/ dicen y escriben), q’ delinean o enmarcan la vida. Ahh, y de tu puntilla, remáchala bien dado q’ es en el sector público, con Fecode a la cabeza, q’ a esa muchachada la tienen andando de cabezas, y ese martillazo vos no lo das.
  • Periscopio(2346)23 de diciembre de 2021 - 01:30 p. m.
    Subirse al techo para encontrar la señal, como con los televisores de antaño, no es estar más alto que los demás sino estar más despistado, ser muy anticuado y anclado en añoranzas, y ese es el caso del cavernícola Atenas Cínico Caspa, que aún vive buscando señales análogas a las suyas en la momia de Laureano Gómez. !Despertate güevón! !Estamos en el siglo 21 DESPUES de Cristo!
Gilberto(4359)23 de diciembre de 2021 - 06:33 p. m.
Las galletas María, la Martín Polar, sábado sensacional, etc, que tristeza que la ceguera y el chauvinismo de nuestros gobiernos hayan acabado con esa relación tan especial que se vivía en esa frontera común.
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