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Trilcentenario

Arturo Charria

27 de enero de 2022 - 12:00 a. m.

En octubre de 1922, cuando César Vallejo publicó los 77 poemas de Trilce, hubo muy pocos comentarios. No sabían cómo reaccionar ante algo que se escapaba a la comprensión. Al poeta peruano no lo desconcertó la recepción de su libro, así lo escribió en una carta: “El libro ha caído en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética”.

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En Los heraldos negros (1918), su primer libro, había desconcertado a la crítica y a la sociedad peruana al hacer de la blasfemia una forma de oración: “Dios mío, si tu hubieras sido hombre, hoy supieras ser Dios”. En esos poemas el dolor, el sentimiento de orfandad y el desamor encontraban palabras capaces de nombrarlo, incluso hay poemas de rimas perfectas:

“Amada, en esta noche tú te has crucificado

sobre los dos maderos curvados de mis besos

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,

y que hay un viernesanto más dulce que ese beso”.

En Trilce el dolor se mantiene, pero no encuentra palabras. Cuando estas aparecen se vuelven ruido. El poeta siente que sus coyunturas se rompen y hace lo mismo con el lenguaje. Desde el título lo advierte. ¿Qué significa Trilce? Algunos dicen que es una combinación de tristeza y dulce. Pero, Espejo Asturrizaga, biógrafo y amigo de Vallejo, afirma que es una deformación de la palabra tres, pues debía reimprimir las primeras carillas del texto y esto le costaba tres libras. Comenzó a repetir “tres” hasta hacer germinar su voz “tressss, trissss, triesss, tril, trilsss. Se le trabó la lengua y en el ceceo salió trilsssce… ¿trilce?, ¿trilce?”.

El conjunto de poemas es una secuencia numérica del I al LXXVII, sin títulos y que fueron escritos entre 1918 y 1922. En estos años un acontecimiento fue determinante: la cárcel. Fue acusado de participar en una protesta que terminó en un incendio en su natal Santiago de Chuco. Estuvo casi cuatro meses detenido entre noviembre de 1920 y febrero de 1921. Durante su cautiverio escribió algunos poemas, pero, sobre todo, transformó muchos de los que ya tenía y fue más agresivo en la sintaxis. La libertad negada la encontró en las palabras. Su poema XXXII da cuenta de ello, son los sonidos que vienen de afuera, ruidos fragmentados que entran por las rendijas de su encierro:

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999 calorías

Rumbbb…… Trrraprrrr rrach…… chaz

No ad for you

Serpentínica u del bizcochero

Enjirafada al tímpano”

Imagino al poeta tratando de sentir el mundo a través de los ecos que llegan a su oreja enjirafada, como quien abre con fuerza los ojos en un cuarto oscuro.

Cien años cumplen estos poemas que siguen estremeciendo, no por lo que dicen, sino por el desconcierto que causan en el entendimiento. Algunos de sus versos son un referente de la literatura universal, como el que cierra su poema XIII: “¡Odumodneurtse!”, que leído al derecho o al revés contiene el erotismo del mundo.

Puntilla. Preñada de ilusiones pa’ parir desengaños, decía mi nona. Supongo que hablaba de política.

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