El Pacto Histórico y los desafíos planetarios (10)

Algunas reflexiones finales

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Arturo Escobar
19 de enero de 2023 - 06:57 p. m.
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Hemos llegado al final de la serie de columnas que me propuse hace unos meses. Quiero reiterar que mi propósito en escribirlas no era evaluar la implementación de las políticas propuestas por el Programa de Gobierno del Pacto Histórico (PPH), sino proponer un contexto para comprenderlas en toda su importancia desde la perspectiva de los grandes desafíos planetarios y las complejas transiciones socioecológicas necesarias para enfrentarlos. Como argumenté a través de los textos, dichas transiciones conllevan poner sobre el tapete las nociones imperantes de la economía, de lo humano y de la vida pues están en la raíz de la policrisis que afrontamos.

Desde las primeras columnas, y haciendo eco del pensamiento de muchos analistas y movimientos sociales, argüimos que en última instancia lo que está en crisis es la forma de existencia capitalista predominante en las sociedades modernas. Este modelo está destruyendo las condiciones de la existencia de todos los seres vivos. En la penúltima columna, sugerimos que este modelo tiene sus raíces en el patriarcado como una cosmovisión que privilegia la jerarquía, el poder, la negación de otras y otres, la apropiación, la violencia y la guerra. Al entroncarse con el capitalismo, el patriarcado naturalizó el individualismo, la agresividad y la competencia como rasgos de la existencia humana. Por esto las transiciones demandan toda una política en femenino centrada en la producción y reproducción de la vida, el respeto y la defensa de los cuerpos, los territorios y todo lo vivo, desde el principio de interdependencia que conlleva una ética de la reciprocidad y del cuidado. Es necesario sustituir el humano agresivo por el humano que cuida.

Ahora bien, la crisis misma, como crisis civilizatoria, crea una apertura planetaria que hay que saber reconocer y cultivar. El PPH se ubica en esta apertura para proponer una conversación nacional sobre otras Colombias posibles. Desmontar paulatinamente el modelo dominante de existencia requiere de un pacto histórico con las y los nadie y con la Tierra, y una gran movilización creadora hacia otros modos de habitar el país y la Tierra. Todo esto llama a repensar nuestra comprensión del mundo y lo que estamos acostumbrados a considerar como posible.

Las transiciones energética y alimentaria son fundamentales para la gran transformación propuesta por el PPH. La supervivencia y el bienestar de la humanidad y de todo lo vivo dependen de pasar de sociedades obsesionadas con el consumo ilimitado de energía (la civilización del carbono) a sociedades que defiendan y potencien la vida. Adentrarse en este camino requiere múltiples reformas sustanciales a las políticas consuetudinarias, orientadas por los principios de paz y justicia social y ecológica. Dichas reformas requieren superar el modelo de desarrollo extractivista y poner en cuestión el principio del crecimiento. Ya no tiene sentido seguir aceptando un sistema económico basado en el uso intensivo de recursos naturales, cuyos resultados principales son acelerar la vida, intensificar el consumo, acrecentar nuestro tiempo en pantalla, automatizar los trabajos, devastar la tierra, y todo esto para el beneficio del 10 % más rico del mundo y del país.

El PPH cuestiona la visión prevalente de la ciencia y la tecnología. Nos han acostumbrado a pensar que la ciencia y la tecnología tienen todas las soluciones. Si esto fuera así, hace tiempos viviríamos en sociedades justas y sustentables, pero ha ocurrido todo lo contrario, pues la ciencia y la tecnología han sido un pilar esencial del desarrollo capitalista. La revolución digital no es la excepción. Hoy en día, los dispositivos digitales y la algoritmización de la vida son las herramientas a través de las cuales los poderosos imperializan sus deseos y su cosmovisión, profundamente capitalista y patriarcal. El homo digitalis está perdiendo cada vez más su conexión con el otro, con los territorios, con las cosas y hasta con su propio cuerpo. Las máquinas no son el enemigo, pero deben que ser entretejidas como un elemento activo más en la vasta red de interrelaciones que nos constituyen.

Todo esto nos llevó a prefigurar a Colombia como una gran Casa del Pensamiento para la Vida, donde podamos cultivar múltiples saberes para un mundo donde quepan muchos mundos. Adentrarse en esta senda implica un intenso proceso político y conversaciones sostenidas sobre los límites en el uso de materiales y energía, imaginando sociedades conviviales donde los humanos y la Tierra lleguen finalmente a relacionarse de formas mutuamente enriquecedoras –pasar de la cosmovisión de una Tierra desechable a la Tierra como cosmos vivo, el inmenso hábitat donde todos los seres, humanos y no humanos, emerjan como legítimas otros/otres en la convivencia.

La creación del Ministerio de la Igualdad y Equidad, bajo el liderazgo de la vicepresidenta Francia Márquez, se constituye como el espacio para coordinar muchas de estas políticas, pues, como nos enseña el feminismo, la igualdad no es solamente un “asuntos de mujeres” y de las diversidades étnicas y sexuales; involucra todo el modelo de sociedad. Por esto considero que el apoyo decidido a este Ministerio va a ser fundamental para mantener vivas las promesas y espíritu del PPH. De otra forma, el Programa irá cayendo en las concepciones dominantes, como podría estar pasando con el Plan Nacional de Desarrollo (ver a este respecto la excelente nota de Natalia Orduz). Es el momento histórico de profundizar las propuestas de los diversos movimientos sociales para avanzar en la construcción de una Colombia poscapitalista de economías diversas, pacífica y en armonía con la Tierra y que supere el destructivo lastre del racismo y el patriarcado.

Una última observación: Que Gustavo Petro y Francia Márquez se atrevan a hablar explícitamente de la necesidad de una cultura y política del amor y del cuidado es inusitado en los anales de los gobiernos. Implica una transformación sustancial de la forma de entender la política. El principio de interdependencia, como fundamento de la existencia, requiere que transitemos hacia una política sin enemigos, como quizás adumbra la política de “paz total”. Una política sin enemigos es una política que finalmente trascienda la clasificación de las diferencias en jerarquías que ha caracterizado la modernidad desde La Conquista y que inevitablemente ha conllevado la dominación (respecto a una política sin enemigos, ver la entrevista de Margarita Rosa de Francisco con Sandro Romero Rey).

A quienes piensen que estas propuestas son utópicas, les diría dos cosas. Primero, que piensen que la alternativa es que Colombia siga siendo uno de los países más desiguales, violentos y corruptos del mundo. Por el otro, que siete décadas de llamado desarrollo han producido una sociedad cada vez más excluyente, violenta, polarizada y destructiva. Esta es la disyuntiva que nos presenta la actual coyuntura planetaria.

Agradecimientos: A Fidel Cano por su generosa acogida a esta serie de escritos; a todas las lectoras y lectores, especialmente quienes escribieron comentarios constructivos sobre los diversos temas; a las queridas amigas y amigos que leyeron borradores de los textos (envié el borrador de cada columna a dos personas): Tatiana Roa, Diana M. Gómez, Lina Álvarez, Magda Corredor, Marisol de la Cadena, Cristina Rojas, María Campo, Camilo González Posso, Astrid Ulloa, Laura Gutiérrez, Darío Fajardo, Natalia Quiroga, Mario Pérez, Elba M. Palacios C., Juliana Flores, Mara Viveros, Erik Vergel y Harold Martínez.

Nota: El Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur (pactoecosocialdelsur.com), agrupación Latinoamericana que aboga por las transiciones socioecológicas, ha propuesto al Gobierno de Colombia la realización de una Cumbre Climática Mundial por la Madre Tierra durante el 2023. Dada la aceleración del colapso ambiental y el evidente fracaso de las COP, que el gobierno de Colombia convoque y organice dicha cumbre es una posibilidad histórica sin precedentes, tanto para el país como para el planeta. Les invitamos a leer esta elocuente carta de invitación y a adherirse como organización o como persona:

Arturo Escobar

Por Arturo Escobar

Investigador-activista de Cali, Colombia, interesado en las luchas territoriales contra el extractivismo, las transiciones pospatriarcales, posdesarrollistas y poscapitalistas y el diseño ontológico. Miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias.
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