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Caballero y su país que no cree en nada

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Arturo Guerrero
17 de septiembre de 2021 - 05:00 a. m.
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En este país de rencorosos, nadie ha hablado mal de Antonio Caballero. El se pasó la vida despotricando contra los poderes que nos hacen chapalear en la inmundicia. Ahora, cuando está muerto, la mismísima muerte lo respeta. Las redes sociales se han privado de derramar su escrupulosa cuota de blasfemia sobre esta estatua.

En vida no movió un dedo para quedar bien con nadie. No obtuvo ningún sueldo del Estado, a pesar de su procedencia de varios heliotropos de la política. Se ganó el sustento y el whisky con el tecleo y trazo de sus dedos. Habría podido apoltronarse en sucesivas embajadas, sin embargo, escogió un arrugado sofá de cuero para darle vueltas en su frente rasa a la afligida historia de los tres cuartos de siglo que le correspondieron.

Cada día se despierta más crecido y célebre que cuando todavía respiraba. Se ha alzado en torno suyo un plebiscito de respeto estupefacto. Siempre fue trabajador sin horario, contrato, jefes, horas extras, período de prueba. Se hizo un régimen acomodado a su libertad y a su genio.

No se sabe qué admira más la gente. Si su independencia, su acidez, su ironía, su reticencia a comprometer pensamiento, gusto y emoción con ninguna encarnación de jerarquía. Caballero, desde su triste figura, contempla ahora a su Colombia con la complacencia de no haber contribuido al bochorno de vida en que pedalean sus sobrevivientes.

Las bodegas de la maledicencia, las falsas noticias de la mala leche, los memes de la intolerancia están mudos, perplejos. A la vida y obra de este artista no hay modo de morderles ni un gramo de prestigio. No se trata del sigilo que inspiran los recién muertos. Sucede que su estampa se agigantó, de modo que nadie encuentra cómo fastidiar su memoria.

Sorprende que aquellos personajillos, desde siglos apoderados de las tierras, los dineros, el trozo de planeta de los colombianos, hayan carecido de argumentos para denigrar la trayectoria de su crítico más inteligente y certero. Estarán sorprendidos al percibir el halo de respeto y fervor alzado en torno de su figura.

Un país que no cree en nada ha despedido a un símbolo de que los valores existen. Caballero se marchó en el momento de mayor descrédito de las instituciones, cuando ni partidos políticos ni congresistas ni jueces ni mandatarios ni policías ni ministros ni altos funcionarios ni banqueros ni predicadores valen un peso. Él sigilosamente representa el anticuerpo contra esta pústula.

Lo más increíble de su andanza es que, sin proponérselo, conquistó la inmortalidad que tanto añoran los ávidos. Fue hombre retraído, de esos que ni saludan, nunca persiguió celebridad, guardaba la felicidad adentro de su pequeño gran mundo. Vio desaparecer o fenecer por indignidad muchos periódicos, revistas, medios, donde se ganó la subsistencia y la consideración silenciosa de varias generaciones.

Es de esos contadísimos muertos que se hacen más vivos después de muertos. Se forjó su eternidad a fuerza de integridad.

arturoguerreror@gmail.com

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Alux(46842)18 de septiembre de 2021 - 08:52 p. m.
A mi me encantaba leer todo lo que escribía. Era una delicia leer sus crónicas taurinas (aunque deseo que se acabe esa práctica bárbara y cruel, me encantaba leer su pluma) No puedo creer que haya muerto. Yo pensaba que era eterno y millonario. Resultó ser ni lo uno ni lo otro. DEP.
Ewar(6960)18 de septiembre de 2021 - 04:22 p. m.
Casi nunca leo a este señor, hoy lo hice por curiosidad, para ver qué decía sobre Caballero y comprobé que está gente se remuerde cuando no puede echar abajo algo que les molesta.
Edgar(22146)18 de septiembre de 2021 - 05:05 a. m.
Antonio Caballero fue, es y sera siempre un grande de las letras. Mi total admiracion. El mejor de los viajes, es mi deseo.
DAVID(rv2v4)18 de septiembre de 2021 - 04:51 a. m.
Muy buen comentario. Lástima que apenas comentan en el norte su desaparición.
Beatriz(98778)18 de septiembre de 2021 - 03:34 a. m.
Estupenda columna, señor Guerrero. Ha descrito de manera magistral quién fue Antonio Caballero y ha resaltado los aspectos relevantes de su rara personalidad. Felicitaciones y gracias
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