Los mesías han sido suficientemente denunciados. El término, de origen religioso y judío, ya es anatema. Se dice que el pueblo colombiano es mesiánico, espera un salvador, un líder que lo librará de todo mal. Se identifican varios casos, incluso contemporáneos, de mesianismos. Y la gente de hoy dice ¡buaj! Le sabe a cacho esa figura.
Lo que no se ha identificado es la ignominia de los seguidores de los mesías. Actualmente estamos como estamos a causa del talante de estos fanáticos que cierran filas en torno de la figura y doctrina de los altísimos.
Pasa en estos días en la Cinemateca distrital de Bogotá la película francesa...
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