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Una pequeña Venezuela incrustada en Colombia

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Arturo Guerrero
28 de marzo de 2025 - 05:00 a. m.
“Los repartidores motorizados son una pequeña Venezuela incrustada en Colombia”: Arturo Guerrero.
“Los repartidores motorizados son una pequeña Venezuela incrustada en Colombia”: Arturo Guerrero.
Foto: Óscar Pérez
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Los repartidores de Rappi comenzaron pedaleando en bicicletas con sus paquetes amarillos. Ahora tienen motos. En su gran mayoría son inmigrantes de Venezuela. Hablan en voz alta y aguda, se comunican con sus casas lejanas por celular. Nunca pierden su acento cantado. En vez del vocativo “marica”, que se usa en Colombia, utilizan el masculino “marico”. Así son inconfundibles.

Pululan en cercanías de sus proveedores de mercancía y, mientras esperan el paquete, inundan los andenes con sus vehículos ruidosos. Son una comunidad que no pierde su identidad, su alegría lejana, su fiesta cotidiana. No les dan mucha atención a las normas de tránsito, circulan en contravía, muchas veces sobre los andenes.

Se les nota el progreso económico, conseguido a punta de mensajería constante. Seguramente mantienen una solidaridad de paisanos, a juzgar por la algarabía que frecuentan en las inmediaciones de esos restaurantes virtuales, construidos con contenedores metálicos superpuestos, de colores azul, amarillo y anaranjado.

Estos fueron levantados en lotes o antiguos parqueaderos. Cada uno de ellos alberga varias cocinas cuyas marcas se anuncian en avisos redondos sobre la calle. Los vecinos del barrio deben hacer malabares para circular, pues estos negocios se tomaron los andenes e impiden el tráfico peatonal. No tuvieron en cuenta sino su afán de lucro. Aquí no hay autoridad que haga respetar el espacio público.

Los repartidores motorizados son una pequeña Venezuela incrustada en Colombia. De su tierra los expulsó un régimen político que colapsó la economía, manipula elecciones y enriquece a militares y burócratas. En los alrededores de sus trabajos existen papelerías y negocios que hacen transferencias de dinero hacia los familiares en su país.

Es extraño que en este berenjenal de motos nunca se vean las mujeres ni los niños de estos mensajeros de comidas. ¿Se quedaron en su país o permanecen en los sitios del sueño nocturno, en labores de cuidado y aseo? El hecho es que estos inmigrantes fabricaron su nueva vida cotidiana y que resisten la intemperie con tal de sostener sus ingresos monetarios.

Han modificado el panorama acústico de Bogotá porque no conversan, gritan. Su sonoridad es al mismo tiempo risa, conversación y fiesta. Al fin y al cabo, son caribeños: no anuncian sino proclaman. Han de tener sus sitios de rumba nocturna, para mantener aceitadas sus nostalgias.

Si en su tierra llegara a caer el régimen espurio, seguramente la mayoría regresaría a encontrarse con abuelos, padres y amigos que hoy todavía resisten. Es la historia de las migraciones en este globo que expulsa y castiga. En muchas ocasiones sucede que estos desterrados de la tierra se acomodan en los nuevos sitios, se integran y finalmente se confunden con los nacionales.

Colombia y Venezuela, con más de dos mil kilómetros de frontera, han ido y venido para huir de pobreza u opresión. Sus ciudadanos han configurado una hermandad de penuria y tiranía. Los une una sangre similar y un aliento libertario.

arturoguerreror@gmail.com

Conoce más

 

Jorge Pena(0syiw)02 de abril de 2025 - 09:31 p. m.
Si el imperio anglosajón se atrevió a manosear a una potencia nuclear como Rusia, se sintieron con más derecho de empobrecer con bloqueos a países como Cuba y Venezuela. Para que caer en la trampa de echarle la culpa a sus gobernantes de todos los males . Si no hubiera bloqueo tanto Cuba, cómo Venezuela estuvieran progresando al mismo ritmo de países comunistas cómo Vietnam y China. Se le sugiere estudiar mejor las causas de las Migraciones señor columnista.
William Alvarez(41808)29 de marzo de 2025 - 09:47 p. m.
Este despistado no ratifica que en Venezuela aún viven más de 3 millones de colombianos. Y que nuestra diáspora en los demás países supera la de Venezuela. Y por peor razón: 200 años del más nefasto, mortífero y excluyente régimen conservador del mundo.
Celyceron(11609)29 de marzo de 2025 - 12:03 p. m.
Así es, don Arturo. Además de la razones que esgrime, las sanciones impuestas por el verdugo del norte ayudan a que los venezolanos o de cualquier sitio, tengan que dejar su terruño. Me alegra que progresen.
Heliodoro Velasco(58669)29 de marzo de 2025 - 02:53 a. m.
Cuántos Colombianos han emigrado al exterior? Allá viven como reyes.Equilibrese viejito.
Maribel Martinez(27840)29 de marzo de 2025 - 01:46 a. m.
Sublime
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