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Una “playlist” de otra galaxia

Arturo Guerrero
07 de octubre de 2022 - 05:00 a. m.

Aquí nunca se han callado los cantores. Por eso este desorden de país no ha colapsado. Para cada momento hay una composición, un intérprete, una banda con cobres o con marimba de chonta. Son sones sin fecha, de larga duración y gran aliento. Explican lo que es la colombianidad, sostienen la nostalgia.

El acordeonero Carmelo Torres, septuagenario, heredero de Andrés Landero y Adolfo Pacheco, le da la vibración tosca a la canción La antropología. La compuso y canta Edson Velandia quien desde Piedecuesta viene lanzando temas que son teatro, vestuario, risa, coreografía. Aquí se goza a los intelectuales, los desenmascara, se burla de su untarse de pueblo.

En Amor y deudas, la banda antioqueña Puerto Candelaria combina humor, color, sonrisas, y memorias juveniles, para cantarle a la separación de amor. El papel femenino lo hace Catalina García, Madame Periné, desde unos rulos que recuerdan a todas las antepasadas. Juancho Valencia es el genio detrás del gran ensamble.

El pastuso Lucio Feuillet, ceremonial, ancestral, interpreta su creación Tiempo e invita como acompañante a Marta Gómez, ya legendaria. La pieza comienza dulcemente y de improviso rompen la quietud la trompeta, la corneta, el saxo, el bombardino. La mano izquierda de ella recoge en el aire las notas, hasta el final súbito de la música.

El bumangués Roberto Camargo, criado en la Guajira, invoca a Baudelaire, Rimbaud y García Márquez en su Paseo para Marie, donde alterna con Kevin Johansen. Canta y baila en las calles, entre español y francés. Termina escondiendo detrás de su sombrero a la dama objeto de la conquista.

La marimba de chonta de Herencia de Timbiquí es el ulular de la selva en la letra de Begner Vásquez. La voz alta y las trenzas de William Angulo sueltan la canción Sabrás y el Pacífico se enardece entre los tambores.

Desde los Llanos, Walter Silva recrea en Tu vestido y mi llanura, el traje floreado de su enamorada. La cubre de blanco, rojo, azul y amarillo, los tonos de las diversas horas de esa inmensidad.

“Lástima que seas ajeno y que estés en cada uno de mis versos”, lamenta la voz de miel de María Isabel Saavedra, quien además es la compositora colombiana más grabada por intérpretes nacionales e internacionales. En su tema Lástima clama porque su amado tiene ocupado el corazón. Desde cuando se aferró a las canciones en su natal Ginebra, cuna del Festival Mono Núñez, es un rayo que no cesa.

La bogotana Mónica Giraldo retomó los porros y paseos del cordobés Pablo Flórez (1926-2011). Les imprimió cadencia majestuosa. En La aventurera, con su guitarra y su baile sobre arena playera, provoca el siguiente comentario de Latino Díaz: “Es tan pura como el agua y no se sabe por qué”.

La canción Hoy para siempre, del cuarteto bogotano Rolling Ruanas, con voz acompañante de Madame Periné, arranca expresiones de oyentes arrobados. Karen Roldán escribe: “es la única canción que calma a mi bebé”. Y Facio Leal: “los músicos colombianos son de otra galaxia. Genios creando”.

arturoguerreror@gmail.com

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